Мовна специфіка літературних творів доби Золотого Віку
CONTENIDO
Introducción
1. La característica de
la literatura del Siglo de Oro
1.1. La noción general
del Siglo de Oro
1.2. Prosa científica e
histórica
1.3. La novela de
caballerías
1.4. La novela pastoril
1.5. Lazarillo de Tormes y la
novela picaresca
1.6. Don Quijote - Miguel de
Cervantes
1.7. Poesía de siglo XVI
- Garcilaso de la Vega
1.8. Poesía épica
1.9. Literatura espiritual
1.10. La poesía del S.
XVII - Góngora, Quevedo y Lope de Vega
1.11. La comedia o teatro
nacional español
1.12. La prosa de ideas -
Quevedo y Gracián
2. Categoría de axiologia
2.1. Noción y despliegue de axiologia
2.2. El subjetivismo axiológico
2.3. El objetivismo axiológico
2.4. Determinación sistemática del valor
2.5. Entrada de la Axiología en el
ámbito de la Ontología
3. Las características
semánticas de evaluación 3.1.El factor subjetivo y objetivo de
evaluación
3.2. Clasificación de
tipos de evaluación
3.3. Los componentes evaluativos
y descriptivos de significado
La
evaluación general y parcial
4. La evaluación comparativa de situaciones
5. La parte práctica:
léxico de evaluación subjetiva
en las obras del Siglo de Oro
6. Conclusiones
7. Резюме
8. Бібліографія
INTRODUCCIÓN
El enfoque de la lingüística de las últimas
décadas tiende a la investigaciones del problema de la personalidad el
la lengua. Las obras de los científicos contemporáneos se
caracterizan por la visión antropológica del análisis de
obras litererias. Texto se observa como el reflejo de la concepción
valorativa del autor. Los medios de expresión de la evaluación
subjetiva son el modo de realización de la imagen del autor más
importante.
Cualquier juicio presupone el sujeto, es decir, una persona que produce
la evaluación y un fenómeno o una cosa a la cual se refiere la
evaluación. La medida de valor de todo lo existente es un hombre en
conjunto de todas las manifestaciones de su vitalidad. El criterio popular presupone la
existencia del hecho objetivo y sólido como generador de la dudosa
experiencia subjetiva, cuando el proceso es inverso y las cualidades opuestas.
Para cada uno de nosotros, sólo es real nuestra subjetividad,
percepción y sensibilidad. Una misma cosa puede ser evaluada por
diferentes personas como bonita, fea, excelente, terrible, ordinaria etc. Uno evalúa situaciones, acciones,
modos de actuar, acontecimientos en adecuación con las finalidades que
se propone, de la real situación de su vida. Cada día
nosotros dividimos lo bueno de lo malo, lo delicioso lo contraponemos a lo
desabrido, lo inagradable a lo agradable. La presencia de una opción
dentro de una serie de alternativas, incita a uno a hacer una
comparación evaluativa. Las alternativas se comparan desde el punto de
vista de que es mejor y peor para nosotros.
La correlación de lo subjetivo y lo objetivo es el problema
básico alrededor de que se desarrollan las discusiones sobre la esencia
filosófica de valores y sobre la naturaleza de juicios evaluativos.
Historia del aprendizaje de evaluación se caracteriza por una
contínua lucha de dos corrientes, una de las cuales se apoya sobre la
idea de que lo más importante en proceso de evaluación es sujeto
mientras la segunda se inclina a lo que el componente principal de
evaluación es la naturaleza del objeto.
En este trabajo observamos como se realiza la evaluación subjetiva
por los protagonistas de los escritores españoles del Siglo del Oro, que
medios léxicos se usan para proporcionar el valor subjetivo a sus
juicios.
El
objeto:
el léxico de las obras del Siglo de Oro: novelas de Miguel de Cervantes,
Quevedo y
Gracián y las piezas de Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón
de la Barca.
La
actualidad de la investigación: los resultados obtenidos han de
monstrar las oportunidades léxicas que tiene la lengua española
para expresar el subjetivismo caractéristico para cualquier juicio a
través de las réplicas de los personajes de las obras analizadas.
El sujeto: las peculiaridades
de la lengua de las obras artísticas del Siglo de Oro.
El
objetivo: analisar el léxico de valor subjetivo basándose en las obras
de Cervantes, Quevedo, Gracián, Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la
Barca.
Para lograr
este objetivo ha de cumlir las tareas siguientes:
·
definir
la noción de la evaluación subjetiva, sus peculiaridades y
funciones;
·
estudiar
las circunstancias del uso del léxico de la evaluación subjetiva
;
·
establecer
la función de la evaluación subjetiva en el lenguaje de los
personajes;
·
analizándo
las obras de Cervantes, Quevedo y Gracián, Lope de Vega y Calderón de la Barca revelar papel del
léxico de valor subjetivo en las obras del Siglo del Oro.
El
material:
las novelas de Miguel de Cervantes Saavedra “La gitanilla”, “Rinconete y
Cortadillo”, “El licenciado Vidriera”, “El celoso extremeño”, “La
ilustre fregona” , “Los Sueños” de Quevedo y “Arte de ingenio” de
Gracián, la pieza de Lope de Vega “¡Ay, Verdades que en el
Amor ... !” y “La vida es sueño” de Calderón de la Barca.
El valor
práctico: este trabajo de máster precisa la importancia del
estudio del léxico de evaluación subjetiva.
Los
métodos de la investigación:
·
el
análisis teórico de las investigaciones de los lingüistas
rusos y españoles acerca de la axiologia, ciencia que se ocupa de
valores, y acerca de evaluación;
·
comparación
de factores subjetivo y objetivo de la evaluación;
·
clasificación
de tipos de evaluación a base del análisis de las teorías
lingüísticas;
·
estudio
de las obras de célebres lingüistas que investigaron la
evaluación: E.Wolf, N.Arutyunova, P.Nowel-Smit, J.
fon Wright, G.Moor.
1. La característica de la literatura del Siglo de Oro
1.1. La noción general del Siglo de Oro
Por Siglo de Oro se entiende la época clásica o de apogeo
de la cultura española, esencialmente el Renacimiento del siglo XVI
y el Barroco del
siglo XVII. Ciñéndose a fechas concretas de acontecimientos
clave, podría decirse que se trataría de dos siglos escasos,
desde la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija (1492) hasta
la muerte de Calderón
(1681). El punto más alto de este apogeo se encuentra en la obra de Miguel de Cervantes y Lope de Vega, aunque los
signos de decadencia empiezan a mostrarse en 1580; todo el siglo XVII es ya un
periodo de declive económico, social y cultural.
La elección de 1492 no es casual: en ese año termina el
poder político musulmán en la Península con la conquista
del Reino de Granada,
aunque una minoría morisca seguirá siendo tolerada en Castilla, Aragón y Andalucía hasta el
reinado de Felipe III; por
otra parte se expulsa a los judíos que no se cristianizan y éstos
fundan colonias hispanas por toda Europa, Asia y Norte de África, donde
siguen cultivando su lengua y escribiendo literatura en castellano y
produciendo figuras notables, como el economista y escritor José Penso de la Vega; el
afán guerrero fraguado a partir de siglos de Reconquista medieval
desborda el cauce peninsular y se proyecta sobre la América
recién descubierta, así como en guerras europeas que al cabo
endeudarían patológicamente y destruirían la
economía interior de Castilla, exangüe por el peso de las contribuciones
e impuestos que los demás reinos de España se negaban a pagar.
A finales del siglo XVIII la expresión “Siglo de Oro”, con la que
Lope de Vega aludía al suyo y que suscitaba la admiración de Don
Quijote en su famoso discurso sobre la Edad de Oro, ya se
había popularizado y la terminó de consagrar el hispanista norteamericano
George Ticknor en su Historia
de la literatura española, aludiendo al famoso mito de la Teogonía
de Hesíodo en que hubo
una serie de edades de hombres de distintos metales cada vez más
degradados.
Fue un periodo de gran florecimiento político y económico
en España, que alcanzó un gran renombre y prestigio
internacional; durante esta época todo lo “nuevo” en Europa venía
de España y era imitado con gusto y aplicación; se puso de moda
saber la lengua española. Se desarrollan en especial la literatura, las artes plásticas y la música. En el terreno
de las humanidades la erudición fue extensa pero poco profunda, y el
estudio del griego, como el del hebreo, hubo de sufrir frecuentemente el acoso
por parte del Santo Oficio,
siempre atento a los delitos de pensamiento. En el terreno científico
hubo avances importantes en Lingüística (Francisco Sánchez de las
Brozas y su Minerva), Geografía, Cartografía, Antropología y Ciencias
naturales (Botánica, Mineralogía etc.), como
consecuencia del descubrimiento de América, pero
se descuidaron las demás ramas del saber y se persiguió
tenazmente cualquier expresión de heterodoxia religiosa o
librepensamiento por parte de la Inquisición; son
más discutibles las aportaciones en Matemáticas (Sebastián Izquierdo, Juan Caramuel, Pedro Nunes, Omerique, Pedro Ciruelo, "Juan de Rojas y Sarmiento, Rodrigo Zamorano),
Física, Medicina, Farmacología (Andrés Laguna),
Psicología (Juan Luis Vives, Juan Huarte de San Juan) y
Filosofía (Francisco Suárez), si
bien hubo también figuras eminentes en todas estas materias. Igualmente
se desarrollaron, por del gran impacto que tuvieron los descubrimientos, el derecho natural y el derecho de gentes, con
figuras como Bartolomé de las
Casas, influyente precursor de los derechos humanos y
defensor del iusnaturalismo en su De
regia potestate, o Francisco de Vitoria.
El Siglo de Oro abarca dos periodos estéticos, que corresponden al
Renacimiento durante el
siglo XVI, durante el reinado de Fernando el Católico, Carlos I y Felipe II, y al Barroco durante el siglo XVII y los reinados
de Felipe III, Felipe IV y Carlos II. El eje de
estas dos épocas o fases puede ponerse en el Concilio de Trento y la
reacción contrarreformista.
El Siglo de Oro español tuvo trascendencia europea al aportar
novedades formales y obras maestras en literatura, música y pintura.
Durante esta misma época, se producía en España un lento
declive en los aspectos económico, social, militar y político,
acentuado paulatinamente en la centuria seiscentista.
1.2. Prosa científica e histórica
Uno de los géneros de mayor predicamento en la prosa
española de la primera mitad del siglo XVI fue el de las
misceláneas de divulgación científica e histórica.
Grandes representantes de este tipo de literatura fueron fray Antonio de
Guevara y Pedro Mexía.
Las obras de Guevara más destacables son Marco Aurelio (Sevilla,
1528) y Relox de Príncipes (Valladolid, 1529), obra ésta que tuvo
un enorme éxito editorial con traducciones a múltiples idiomas.
La producción de Mexía, dejando aparte sus obras menores,
se circunscribe a dos campos fundamentales: el histórico y el
misceláneo de divulgación científica. En el primero hay
que reseñar la Historia Imperial y Cesárea y La Historia del
Emperador Carlos V. Dentro del campo divulgativo cabe resaltar la Silva de
varia lección y los Coloquios o Diálogos.
El éxito editorial europeo que alcanzaron sus obras, sólo
comparable al conseguido por Guevara, fue extraordinario, y las influencias que
ejerció, notorias. En varias ocasiones se ha señalado la
ascendencia de Mexía sobre Cervantes y Mateo Alemán;
también se han puesto de manifiesto las deudas de Montaigne, Lope de
Vega, Marlowe y Shakespeare para con el humanista sevillano.
1.3. La novela de caballerías
El mismo éxito tuvo el Amadís de Gaula. Esta obra,
inspirada en las novelas francesas del ciclo artúrico, fue publicada en
1508 por García Rodríguez de Montalvo.
Del Amadís se hicieron unas treinta ediciones entre 1508 y 1517.
Durante los cien años que siguieron a la publicación del Amadís,
aparecieron unas cincuenta novelas de caballería en España y
Portugal. Se publicaron con un promedio de casi una por año entre 1508 y
1550; a éstas se añadieron nueve entre 1550 y el año de la
Armada Invencible (1588), y sólo aparecieron tres más antes de la
publicación de Don Quijote.
El éxito de las novelas de caballerías es increíble.
Sabemos que santa Teresa y san Ignacio las leyeron profusamente en su infancia
y juventud. La piedad belicosa que transpiraban estas novelas conectaba
plenamente con las expectativas y ansiedades de la sociedad española.
1.4. La novela pastoril
Otra forma novelística de gran éxito fue la pastoril, que
comenzó en España en íntima asociación con las
novelas de caballería. En Jorge de Montemayor la concepción del
amor es totalmente medieval y desde luego es bien visible la influencia de la
doctrina neoplatónica de León Hebreo. La obra de Gil Polo
está en buena parte inspirada por Gli Asahani de Bembo, constituyendo de
hecho una vísión alternativa de la teoría
neoplatónica en versión mucho más puritana que la de
Montemayor. La Galatea de Cervantes destaca por su sobriedad, que pretende dar
solidez al mundo pastoril. Krauss ha planteado la relación entre la
literatura pastoril y el auge económico de la organización
ganadera de la Mesta.
1.5. Lazarillo de Tormes y la novela picaresca
El interés de la problemática del amor como tema literario
propició toda una corriente novelística marcada por la
descendencia de La Celestina. La novela sin duda más conocida del siglo
XVI fue la Vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, de
autor deconocido y de la que se conservan tres primeras ediciones separadas
(Burgos, Alcalá y Amberes) que datan de 1554. Es muy probable que la
primera edición sea de 1552 ó 1553. ¿Cuándo fue
redactado el Lazarillo? Márquez Villanueva propone una fecha
tardía muy próxima a 1554; M. J. Asensio, por lo contrario,
propone una fecha muy temprana. El autor sigue sin concretarse. Las
atribuciones, unas con más fundamento, otras con menos, se han sucedido,
pero por el momento, con los datos al alcance, parece imposible descubrir el
secreto del autor anónimo. Unos creen que fray Juan de Ortega, jerónimo;
otros, que don Diego Hurtado de Mendoza; otros, que uno de los hermanos
Valdés; otros, que Sebastián de Horozco. El enigma sigue sin
desvelarse.
El Lazarillo es una obra cómica, de una comicidad a veces brutal,
y de hecho uno de los libros más divertidos de la literatura
española, escrito en un estilo ingenioso y agudo.
La impresión de tres ediciones en un año indica que el
libro tuvo éxito comercial. En 1555 se publicó en Amberes una
segunda parte. En ésta, Lázaro se convierte temporalmente en un
pez y tiene una serie de aventuras submarinas. Es un fárrago
extraño, tan extraño que no puede descartarse la posibilidad de
una significación alegórica. Las dos partes fueron condenadas por
el índice prohibitorio de la Inquisición de 1559. En 1573,
apareció una edición expurgada bajo el título de Lazarillo
de Tormes castigado, con todas las bromas y episodios irreligiosos suprimidos,
que fue reimpresa varias veces en los siglos XVI y XVII. El original lo fue
también muchas veces fuera de España (aunque no volvió a
serlo dentro de España hasta el siglo XIX). El libro fue popular en
Europa: se tradujo al francés ya desde 1560 y volvió a traducirse
tres veces en el siglo siguiente.
Con El Lazarillo empieza el género de la novela picaresca de tanto
éxito en el siglo XVII. Aunque es habitual incluir el LazariIlo de Tormes
en el género picaresco, el primer personaje literario que fue llamado
pícaro por su autor es Guzmán de Alfarache. El auge del
pícaro en la novela nació de hecho por la publicación de
la primera parte de Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. La
Segunda parte del Guzmán apareció en 1604 (escrita por Mateo
Luján de Saavedra, seudónimo del valenciano Juan Martí),
seguida en los cincuenta años posteriores de gran número de obras
picarescas que contribuían con sus variantes al tema de la
pillería o de la delincuencia. Del Guzmán se hicieron por
separado tres traducciones al francés, que llegaron a alcanzar un total
de 18 ediciones en el siglo XVII. También se tradujo al alemán,
inglés, holandés, italiano y latín. Es difícil,
desde luego, precisar los límites del género picaresco. Se
considera,
hoy, novela picaresca a toda novela que comparta el mismo marco de
referencias del Lazarillo o el Guzmán de Alfarache: relato
pseudoautobiográfico, servicio a varios amos, linaje vil y
carácter picaresco del protagonista, perspectiva única del
narrador, memorias por episodios, vaivenes de la fortuna y explicación
por el pasado de un estado final de deshonor aceptado o superado.
Es también patente, en los últimos años, la
atención de los críticos hacia la vertiente sociológica de
la novela picaresca, subrayando que ésta pone el acento en tensiones y
problemas de la sociedad coetánea, tales como la obsesión de la
limpieza y la honra (que han destacado Molho y Bataillon) y las expectativas de
ascenso social de unas clases bloqueadas sociológicamente. Esta
interpretación la defiende particularmente José Antonio Maravall.
Para este historiador, mientras los criados del Renacimiento, son gente que
busca una nueva situación, una sociedad libre, abierta, móvil, en
que se puede salir, los pícaros se dan cuenta de que la sociedad se ha
cerrado. El taponamiento de los cauces de ascensión social produce las
formas desviadas y semidelincuentes de conducta. Por eso el pícaro se
atreve a la mentira, al robo, pero nunca a la rebeldía.
1.6. Don Quijote - Miguel de Cervantes
Cervantes nació en Alcalá, en 1547. Empezó a
escribir estando cautivo en Argel, donde compuso obras de teatro para divertir
a sus compañeros de cautiverio y algunos poemas. A su regreso a
España escribió cierto núrriero de piezas teatrales, de
las que sólo han sobrevivido dos (La Numancia y El trato de Argel, ambas
publicadas en el siglo XVIII). Durante toda su vida continuó publicando
poesía; la mayoría de sus poemas son elogios de libros de otros
autores o están diseminados a través de sus obras en prosa. El
viaje del Parnaso (Madrid, 1614) es un estudio heroico–burlesco del estado de
la poesía.
Por orden de publicación sus obras son: Primera parte de la
Galatea (Alcalá, 1585); El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha (Madrid,
1605); Novelas ejemplares (Madrid, 1613); Ocho comedias y ocho entremeses
nuevos (Madrid, 1615); Segunda parte de El ingenioso hidalgo D. Quijote de la
Mancha (Madrid, 1615); Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia
setentrional (Madrid, 1617).
Cervantes no fue un genio precoz. La primera parte del Quijote
salió a la luz a sus sesenta años. Fueron los diez últimos
años de su vida los de producción cuantitativamente abundante y
cualitativamente genial. La última novela de Cervantes, cuya dedicatoria
al conde de Lemos la formula tres días antes de su muerte, fue Los
trabajos de Persiles y Sigismunda, obra según el patrón de la
novela bizantina que tuvo un enorme éxito, comparable al del Quijote,
con seis impresiones en su primer año de publicación (1617), ya
muerto el novelista.
Pero naturalmente la gran obra cervantina fue el Quijote. La primera
parte salió publicada en 1605. La segunda en 1615. El éxito del Quijote
fue inmediato. La obra se reimprimió cinco veces eb 1605.
La fortuna editorial se comprueba por el hecho de la publicación
en 1614 de una segunda parte apócrifa, bajo el nombre de Alonso
Fernández de Avellaneda, con toda probabilidad un seudónimo. Es
evidente que el autor no era amigo de Cervantes, a quien critica a incluso
insulta en el prólogo. La obra es de inventiva rudimentaria y carece de
la chispa de Cervantes.
Hasta el siglo XVIII el Quijote sólo fue visto como la obra
maestra de la comicidad, sin concienciarse de la trascendencia de la obra. La
crítica cambió a partir del siglo XIX. Los románticos
vieron al Quijote como una obra patética, defensora de ideales
aplastados por la chata realidad.
Desde la generación del 98 los análisis interpretativos han
sido múltiples. Desde los estrictamente filológicos –los
más interesantes, las observaciones de Riquer sobre los antecedentes y
modelos literarios del loco– a los esencialistas hispánicos –como los de
Unamuno, que considera la obra la biblia de lo español– pasando por los
ideológicos –que inciden en la influencia de Erasmo (Bataillon), en las
sátiras de las utopías (Maravall) o en los mensajes progresistas
(Osterk–– o los raciales –D. Quijote como converso y Sancho como cristiano
viejo– (A. Castro).
Hoy los críticos parecen estar de acuerdo en detectar en la obra
de Cervantes elementos medievales (sobre todo, el espíritu heroico) al
lado de componentes modernos, muy ligados al erasmismo. Pero sobre todo se
subraya la transcendencia de la coyuntura histórica en la que se
inserta.
Aunque el D. Quijote fue muy leído, Cervantes ejerció una
influencia mayor con sus Novelas ejemplares, que naturalizaron la novela
italiana en España. Así Lope de Vega escribió cuatro
novelas. La más famosa fue La Dorotea, inspirada en La Celestina y de
contenido autobiográfico, en la que cuenta sus errores de juventud con
Elena Osorio.
La banalización de la novela, a medida que va avanzando el siglo
XVII, es un reflejo de la sociedad para la que fue escrita: una sociedad en
decadencia que va sumiéndose en la irresponsabilidad y en la frivolidad,
aunque asiéndose cada vez con más tenacidad a las apariencias y a
las ceremonias sociales, incluido un sentido del honor desprovisto
progresivamente de contenido.
1.7. Poesía de siglo XVI - Garcilaso de la Vega
La poesía del siglo XVI es claramente petrarquista. El
neoplatonismo influyó también en los sutiles análisis
interpretativos y en el culto al sentimiento de la naturaleza. La
temática amorosa, imitando la Arcadia de Sannazaro será constante
en el género.
En 1543 apareció, impreso por Carles Amorós de Barcelona,
uno de los más importantes volúmenes de la literatura
española: las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega
repartidas en cuatro libros. El cuarto libro comprende la obra de Garcilaso,
cuyos papeles, a su muerte, le fueron confiados a Boscán. El libro,
reimpreso con frecuencia, se convirtió en el compañero de todo
español instruido y sensible. Durante años Boscán y Garcilaso
fueron publicados juntos, pero hacia 1570 el deseo de reimprimir a Garcilaso
por separado apareció como una necesidad: había alcanzado ya la
categoría de un clásico.
Garcilaso de la Vega (1501–1536) conoció en Nápoles a
humanistas españoles como Juan de Valdés, y a italianos de la
talla de Luigi Tansillo y Bernardo Tasso. Miembro admirado de los
círculos literarios napolitanos a incluso de otros más amplios,
intercambió cartas de mutua admiración con Pietro Bembo, el
árbitro de la elegancia literaria italiana de aquellos años.
En las Eglogas se encuentra lo mejor del arte de Garcilaso. Hoy se conoce
bien la vinculación de la poesía garcilasiana con los
clásicos greco–latinos e italianos, destacándose en este sentido
tres nombres principales: Virgilio, Petrarca y Sannazaro.
La conexión de Garcilaso con la poesía castellana de los
cancioneros y con Ausias March es también incuestionable. Merece
destacarse la importancia del Cancionero General (Valencia, 1511), una
compilación masiva de toda clase de poesía realizada por Hernando
del Castillo. La obra alcanzó enseguida un claro éxito comercial
con siete ediciones en el siglo XVI. Se da por lo tanto el caso curioso de que
la compilación poética del siglo XVI incluía solo obras
del XV.
La nueva poesía de Garcilaso y Boscán fue aceptada
rápidamente por el círculo cortesano, y las ediciones y
comentarios que sobre ella hicieron el Brocense (1574) y Herrera (1580)
demuestran su pronta difusión. El más sólido oponente a la
nueva poesía fue Cristóbal de Castillejo, autor de una
"Represión contra los poetas que escriben en verso italiano".
Otros poetas de la misma filiación fueron Diego Hurtado de
Mendoza, Hernando de Acuña y Gutierre de Cetina. Pero los poetas
más brillantes de la segunda mitad del siglo XVI fueron Herrera y
Aldana.
1.8. Poesía épica
Otro género de enorme proyección en la España de la
segunda mitad del siglo XVI fue la épica culta, de imitación
italiana. La epopeya se inspiró sobre todo en el Orlando furioso (1516)
de Ariosto y Jerusalén liberada de Tasso (1580). Este género se
escribió por lo general en octavas reales con un número de cantos
que oscilaba de 12 a 24. La obra más famosa en este género es,
sin duda, La Araucana de Alonso de Ercilla. Ercilla (1533–1594), noble que
luchó en la conquista de Chile, tema de la epopeya.
1.9. Literatura espiritual
Con el rótulo de literatura espiritual, Cristóbal Cuevas
engloba las dos disciplinas clásicas del camino de perfección: la
ascética y la mística. La primera busca el dominio de sí
mismo y la purificación moral a través de la ejercitación
del espíritu, pudiendo ser positiva –práctica de virtudes– y
negativa –ruptura con todo lo que implica un desorden ético.
El misticismo, en sentido estricto, es aquella actitud
psíquico–religiosa mediante la cual el hombre experimenta una cierta
participación en la vida divina; lo característico de todo
misticismo es la experiencia –directa y sin intermediarios– de la Divinidad. En
la evolución cronológica del misticismo se suelen distinguir
cuatro períodos. En primer lugar, un período que algunos han
llamado de importación o iniciación y que comprendía desde
los orígenes hasta 1500.
Algunos autores consideran decisiva la influencia de los místicos
árabes y judíos, cuyo fenómeno fue lentamente absorbido
durante siglos de larga convivencia entre las tres culturas. Un estudioso
competente como H. Hatzfeld considera que Raimundo Lulio sería el
eslabón entre el misticismo musulmán y el cristiano. Otros nos
hablan de la infuencia germánica, en cuyos países habían
surgido al final de la Edad Media grandes figuras del misticismo: Eckhart,
Tauler, Ruysbroeck, Thomas de Kempis; quizá el Contemptus mundi de este
autor (traducido en Zaragoza en 1490) fue el libro más leído
entre nuestros espirituales del siglo XV y principios del XVI. Sin duda
está operando en todas estas influencias la corriente de la devotio
moderna, forma de espiritualidad caracterizada por una piedad íntima,
ilustrada, metódica y afectiva, que time su origen en los Países
Bajos. También hay que tener presente la influencia de la Patrística
medieval.
El segundo período, de 1500 a 1560, se conoce como el de
asimilación y está marcado por la orientación que en
él ejerce la figura del cardenal Cisneros, que estimulará la
edición de autores espirituales: La Vita Christi de Eiximenis (Granada,
1496), la obra del mismo título de Ludolfo de Sajonia (Alcalá,
1502–1503), el Flos Sanctorum de Jacobo de Vorágine (Toledo, 1511),
etc... Los autores representativos de este periodo son Hernando de
Zárate, Alonso de Orozco (1500-1591), Francisco de Osuna, Bernardino de
Laredo, san Pedro de Alcántara, fray Alonso de Madrid, san Ignacio de
Loyola y sus Ejercicios espirituales (1548),–Juan de Avila (1500–1549), con
cuyo comentario sobre el Audi, filia (1556).
Según Sáinz Rodríguez, fray Luis de Granada marca la
transición entre este período y el siguiente. Así entramos
en el tercer período, de 1560 a 1600, al que el mismo crítico ya
citado denomina de aportación y producción nacional. Lo
característico de este momento es que sus autores no sólo hablan
de mística, sino que la practican y llegan a su elaboración
doctrinal más española y original. Su núcleo está
formado por los dos santos carmelitas Teresa de Jesús y Juan de la Cruz,
así como por los discípulos de aquélla.
1.10. La poesía del S. XVII - Góngora, Quevedo y Lope de
Vega
La poesía en el siglo XVII tuvo un enorme desarrollo. La
nómina de poetas es amplísima. La primera generación la
constituye la nacida hacia 1560 que comienza a escribir en 1580. Es la
generación de Góngora, Lope, los Argensola... La segunda
generación de los nacidos hacia 1580 produce un gran genio, el de
Quevedo, pero es sobre todo la generación de los discípulos de
los anteriores (Villamediana, Soto, Esquilache, Medinilla, Jaúregui,
etc.). La tercera generación, la de los nacidos hacia 1600, es la de la
decadencia.
El término de culteranismo fue acuñado a principios del
siglo XVII y define un estilo de extrema artificiosidad que en la
práctica equivale a una latinización de la sintaxis y del
vocabulario, un use constante de alusiones clásicas y la creación
de una dicción poética distintiva lo más alejada posible
del lenguaje diario. Herrera desempeñó un papel importante en
este desarrollo. Los poetas cultos o culteranos del siglo XVII fueron, sin
embargo, mucho más a11á que Herrera y escribieron en un estilo de
dificultad deliberada con el fin de excluir a la generalidad de los lectores.
Góngora se enorgullecía de resultar oscuro a los no iniciados,
tal como escribía en una carta a un corresponsal desconocido, en 1613
ó 1614, en respuesta a un ataque a sus Soledades: Demás gue honra
me ha acusado de hacerme oscuro a los ignorantes, que ésa es la
distinción de los hombres doctos, hablar de manera que a ellos les
parezca griego. Esta opinión, de hecho, la había defendido Luis
Carrillo de Sotomayor en su Libro de la erudición poética (1611).
El estilo culterano suscitó gran polémica en su tiempo. Lope de
Vega atacó a Góngora y sus imitadores, a la vez qué
Góngora criticó mordazmente su llaneza. La crítica
más dura la representa Jáuregui: su Discurso poético ha
sido considerado por algunos como el manifiesto del conceptismo por oponer el
concepto ingenioso al sonido estupendo, y representa desde luego un
diagnóstico en el que se critican las demasías del nuevo estilo,
lejos de la llaneza.
El primer poeta conceptista en España sería Alonso de
Ledesma, aunque su figura más representativa fue Quevedo. La
poesía de Quevedo tiene múltiples vertientes: la
patriótico–moral, en la que puede expresar la desilusión barroca
del paso por la vida y el triste destino de España; la satírica y
jocosa, fustigando los peligros de la ciudad, las costumbres femeninas, la
ambición de poder, etc, destacando sus romances en jerga de
germanía, voluntariamente grotescos y la amorosa, continuando el modelo
petrarquista, con singular delicadeza y ternura. Las obras completas de Quevedo
no se publicaron hasta después de su muerte, con el título de Las
musas castellanas del Parnaso español divididas en nueve musas castellanas.
Por su parte, Góngora quiso editar su obra a instancias del
Conde–Duque en 1623, pero murió sin verla publicada. Sólo algunos
poemas quedaron impresos en libros de justas, romanceros, florilegios o
dedicatorias. Contó con una popularidad evidente, gracias a la
trasmisión oral de sus letrillas y romances. Y sus poemas mayores fueron
copiados profusamente, constituyendo un caso típico de poeta bien
conocido, a pesar de la escasez de impresión de sus obras. Es el
único poeta lírico español cuyas obras manuscritas se
explotan mercantilmente por los libreros. La abundancia de manuscritos y su
pareja disposición hacen pensar en la existencia de un taller
especializado en copiar los textos de don Luis.
La primera edición de las obras de Góngora fue publicada
por Lope de Vicuña en 1627. De su éxito nos dan idea los
múltiples Comentarios que suscitó en su tiempo (los más
famosos los de García de Salbedo Coronel y José Pellicer).
Se ha tendido a establecer dos etapas en la evolución
poética de Góngora, de la sencillez a la oscuridad. Hoy,
Dámaso Alonso, su mejor conocedor, señala la fecha de 1610 como
el hito de una evidente intensificación estilística, aunque de
modo alguno pueden contraponerse dos estilos diferentes de Góngora. El
Góngora más sencillo es el de las composiciones amorosas,
romances, letrillas o villancicos. Dos temas destacan en su poesía: lo
efímero y mudable de los asuntos humanos y la permanencia y belleza de
la naturaleza. A lo largo de su vida alternó lo serio con lo burlesco,
mezclando la erudición clásica con materiales propios de
carnaval.
La máxima expresión del culteranismo gongorino se alcanza
con la Fábula de Polifemo y Galatea y las Soledades (la primera escrita,
como el Polifemo, en 1613; la segunda, nunca completada). En el Polifemo se
observan fuentes grecolatinas, italianas y españolas (Garcilaso y
Herrera, especialmente). Asimismo son patentes ciertas analogías entre
las Soledades y la Arcadia de Sannazaro.
Entre los poetas gongorinos merece mención especial sor Juana
Inés de la Cruz, monja mexicana, cuyas obras se publicaron en
España en vida de la autora. Su obra más famosa es el
Sueño, lleno de felices alegorías.
Aunque de Lope hablaremos en detalle al referirnos al teatro, digamos
ahora que también fue un poeta notable. La variedad de su poesía
es grande. Escribió varias epopeyas (La Dragontea, 1588; La hermosura de
Angélica, 1602; Jerusalén conquistado, 1627), así como
otros largos poemas (Corona trágica, 1627; La Circe, 1624, Isidro,
1599). Además publicó varios volúmenes de poemas cortos.
Su imaginación nunca dejó de crear romances, así como
poemas líricos en sus obras de teatro. Numerosos romances de los que se
sabe que son de Lope aparecen en el Romancero General (Madrid, 1600).
1.11. La comedia o teatro nacional español
El teatro constituye uno de los géneros más sobresalientes
de la literatura española del Siglo de Oro porque quizás fue el
que gozó de una mayor proyección social.
El iniciador y padre del teatro renacentista español fue Juan del
Encina. Si Encina fue un poeta hábil, Gil Vicente fue el más
sensible y delicado de todos los poetas dramáticos del Siglo de Oro y se
le ha descrito como el mejor dramaturgo europeo anterior a Shakespeare. Su
condición de precursor del auto sacramental en España parece
indiscutible. Por otra parte, merecen destacarse sus comedias sentimentales,
entre las que sobresalen Don Duardos y Amadís de Gaula.
Bartolomé Torres Naharro (1485–1520) escribió la mayor
parte de sus obras en Italia. Teórico, además de escritor, Torres
Naharro dejó sus reflexiones sobre el teatro en el proemio de la Propalladia.
Muestra una gran independencia de criterio y, aunque parte de los preceptor de
los antiguos, los abandona pronto para expresar su opinión personal. Su
definición de la comedia la concreta así: no es otra cosa sino un
artificio ingenioso de notables y finalmente alegres acontecimientos, por
personas disputado. Torres Naharro hizo avanzar el teatro y lo
enriqueció con sus propias contribuciones: fue el creador del introito,
monólogo único separado del cuerpo de la obra y recitado por un
pastor en dialecto, que, unido al argumento, llegó a ser la forma de
prólogo dominante en la primera mitad del siglo XVII; desarrolló
la comedia en cinco actos, que llamó jornadas; amplió la
galería de personajes; pero sobre todo tiene el mérito de haber
hallado la fórmula de la comedia española en un primer intento
que cristalizará en el siglo XVII con la producción de Lope de
Vega.
En la segunda mitad del siglo XVI brillará con luz propia el
sevillano Lope de Rueda (1509–1565), que no sólo fue un importante
dramaturgo, sino uno de los mejores actores y directores escénicos
profesionales de España. Rueda y su compañía recorrieron
el país con actuaciones múltiples, ya en los comedores de palacio
de la nobleza, ya en los escenarios más o menos improvisados. Cervantes
nos hizo una excelente relación de sus actividades en el prólogo
de Ocho comedias y ocho entremeses nuevos. Rueda comenzó a representar
hacia 1540 y a él se debe en buena medida el establecimiento del teatro
profesional en España. Buscó nuevos temas en el drama italiano
contemporáneo.
El editor póstumo de Rueda, Juan de Timoneda, es bien conocido por
su Patrañuelo, serie de consejas, pero fue también un excelente
dramaturgo con obras como el Temario espiritual (1558), Amphitrion, Los
menemnos, Cornelia (1559) y el Temario sacramental (1575).
De 1575, aproximadamente, a 1587 ocurre la llegada masiva de las
compañías italianas a la Península, lo que significa el
triunfo de la comedia del arte, el desarroIlo urbano del teatro, su
comercialización en teatros de manera estable y la tecnificación
de la puesta en escena. Durante el período siguiente, 1587 a 1620
aproximadamente, se da el momento de esplendor de los corrales y la
nacionalización de las compañías. Durante los años
siguientes, hasta mediados de siglo, junto al teatro de corrales se
desarrollan, sobre todo en representaciones públicas, técnicas
cada vez más sofisticadas y complejas, con las que se representan obras
que han derivado hacia el enredo puro, por una parte, o hacia la densidad y la
profundidad temática de parte del teatro calderoniano, por otra. El
teatro del siglo XVII tendrá aún larga vida en la centuria
siguiente, por lo menos en el favor del público, cuando ya la creación
de obras nuevas y realmente valiosas languidezca.
Con la llegada de las compañías italianas se produce el
tránsito de un teatro itinerante a otro urbano fijo, con innovaciones
tales como el enriquecimiento de la puesta en escena, la modificación
del calendario (aumentando los días de representación), los
toldos de los corrales, posiblemente la presencia de la mujer actriz en escena,
la aparición de las figuras cómicas y quizá del mismo
gracioso, etcétera.
En 1607 la corte abandona el rígido escenario de los salones del
Alcázar. A partir de 1622 los monarcas impulsan la construcción
de coliseos en los Reales Sitios –El Buen Retiro, Aranjuez– que imitan primero
y desarrollan después la estructura de los corrales de comedias. Al
menos a partir de 1600, por otra parte, la afición se extendió a
zonas rurales, a donde llegaban aprovechando ferias y fiestas las giras de las
compañías.
Los corrales de comedias fueron inicialmente los patios interiores de
alguna manzana de casas, en donde se montaba un escenario simple y se
habilitaban para los espectadores tanto el espacio descubierto restante del
patio como las habitaciones (palcos) que daban a él.
La representación teatral fue al comienzo un ingrediente festivo
más del día feriado, pero según conseguía el favor
del público, y el beneficio económico, fue ocupando los
días laborables –manes y jueves– al comienzo, hasta llegar a la
representación diaria. Los corrales se cerraban los Miércoles de
Ceniza y se abrían después de Pascua; las mejores épocas,
al decir de los arrendatarios, eran las del Corpus y el otoño. Las
representaciones solían comenzar a las dos o las tres de la tarde en
invierno y hacia las tres o las cuatro en verano. Duraban entre dos horas y
media y tres horas, pero tenían que concluir –por razones morales y de
policía– antes del anochecer. El teatro se llenaba bastante antes de la
hora de comienzo. Una obra duraba en cartel uno o dos días; como cosa
excepcional, se mantenía hasta cuatro o cinco. Esto es importante,
porque permite suponer un público bastante fijo, que exigía constantemente
la renovación del espectáculo.
El gran genio del teatro español es Lope de Vega. En su larga
carrera dramática, que puede considerarse iniciada en serio en la
penúltima década del siglo XVI y que se prolonga hasta muy poco
antes de su muerte en 1635, Lope compuso un número sorprendentemente
elevado de obras.
La temática de la obra de Lope es muy diversa. En su
producción el grupo más numeroso pertenece al género de
las comedias amorosas llamadas de capa y espada.
Las tres comedias más representativas del teatro de Lope son: El
mejor alcalde, Еl Rey, Peribáñez
y Fuenteovejuna.
El número de dramaturgos que escribieron sus obras bajo la
influencia de la comedia nueva de Lope fue muy considerable. Valencia fue uno
de los grandes centros de esta comedia en expansión, y a finales del
siglo XVI y comienzos del XVII floreció la escuela teatral valenciana,
que dio, entre otras, dos figuras de dramaturgos menores pero bien dotados,
Gaspar de Aguilar y el doctor Francisco Tárrega, que fue canónigo
de la catedral de Valencia. Pero el mejor de los autores valencianos, y uno de
los de más talento de entre los de la generación y la escuela de
Lope, fue Guillén de Castro y Bellvís. En la órbita de
Lope destacan finalmente dramaturgos como Pérez de Montalbán,
Vélez de Guevara, Mira de Amescua y, sobre todo, Ruiz de Alarcón.
Tirso de Molina es conocido sobre todo por dos obras verdaderamente
magistrales, El Burlador de Sevilla y El condenado por desconfiado, aunque
parte de la crítica ha negado que ambas fueran suyas.
El Burlador de Sevilla es la principal fuente de una
tradición literaria internacional, la del mito de don Juan, a la que
pertenecen numerosas obras de gran altura, a menudo extraordinarias, desde la
España del siglo XVII hasta la Inglaterra de nuestros días. En
efecto, con la figura de don Juan creó Tirso en El Burlador de Sevilla el
carácter literario que ha tenido mayor resonancia en la literatura
universal, pues desde entonces no ha habido pueblo ni época en la. que
no se tratara de darle una nueva forma y expresión a este
carácter. En España reaparece el personaje en el siglo XVIII en
la comedia No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague o El
convidado de piedra, de Antonio Zamora; y en el siglo XIX en Don Juan Tenorio (1844),
de José Zorrilla. Con la particularidad de que estas tres comedias
españolas sobre el mismo personaje resolvieron de una manera distinta el
problema teológico, pues mientras Tirso condena al burlador y Zorrilla
lo salva, redimido por el amor de Doña Inés, Zamora deja incierto
su destino.
La influencia del tema y del carácter de Don Juan fue
extraordinaria en el siglo XIX con el modernismo y el postmodernismo, en el que
fue tratado por los principales escritores (Unamuno, Maeztu, Jacinto Grau,
Azorín, etc.) en la novela, el ensayo y el teatro.
En las literaturas extranjeras fue también notable su influjo
tanto en el drama como en los otros géneros literarios. En el drama y
poesía merecen destacarse por su interés: en Francia, Le festin
de Pierre, de Moliére (1622–1673), el Don Juan puesto en verso por
Tomás Corneille (16251709), y Don Juan de Mañara de Alejandro
Dumas (1802–1870), padre; en Inglaterra, Don Juan de lord Byron (1788–1824); en
Italia, El disoluto de Goldoni (1707–1793) y el libreto de Da Ponte utilizado
por Mozart (1756–1793) en su ópera Don Giovanni; en Portugal, el poema La
muerte de Don Juan (1874), de Guerra Junqueiro (1850–1923); y más
modernamente, Bernard Shaw con su Don Juan en el infierno.
El transfondo intelectual de El condenado por desconfiado fue una
acalorada y sutil polémica teológica, conocida con el nombre de
la controversia De auxiliis, que sostuvieron los molinistas (los jesuitas
seguidores de Luis de Molina) contra los bañecianos (los dominicos
seguidores de Domingo Báñez) sobre la naturaleza de la gracia
divina, los medios en que puede ayudar al hombre a la salvación y el
grado en que los hombres pueden con su libre albedrío cooperar con Dios
para conseguir salvarse.
Calderón de la Barca representa la culminación del
desarrollo del teatro barroco protagonizando un cambio en las condiciones
escénicas comparable al ocurrido con Lope de Vega. Las tramoyas,
máquinas, música, etcétera, adquieren un desarrollo
espectacular. Uno de los aspectos fundamentales es la integración de la
música en el conjunto de las obras, donde es fundamental la influencia
de la tradición italiana, que se manifiesta, por ejemplo, en la alternancia
de canto y recitativo.
A su muerte, Calderón deja cerca de ochenta autos sacramentales,
más de ciento veinte comedias y numerosos entremeses, aparte de textos
ocasionales, como aprobaciones o poesías sueltas. Los temas
básicos de los autos calderonianos fueron la peripecia de Cristo hecho
hombre, triunfando de la muerte, y la del hombre doliente, que busca remedio a
sus culpas por la gracia y por la penitencia.
1.12. La prosa de ideas - Quevedo y Gracián
Sus mejores representantes fueron Quevedo y Gracián. El
pensamiento de Quevedo evoluciona desde sus primeras obras (Los Sueños)
a las últimas (La hora de todos), de la intención satírica
a la mayor abstracción moral. En Los Sueños es bien patente su
propósito de rebajar valores de la vida humana, presentando todas sus
imperfecciones y defectos. La obra despertó los recelos de los censores,
que vieron con disgusto la mezcla de cosas sagradas y grotescas, y exigieron
del autor que sustituyera los nombres sacro–cristianos por otros
pagano–mitológicos. Quevedo quería publicar sus Sueños en
1610; pero el censor dictaminó en contra de su publicación,
considerando irreverentes algunas de las citas que había en ellos de las
Sagradas Escrituras. Tras un cierto forcejeo, la censura aprobó
finalmente su publicación en 1612, y entonces aparecieron sendas
ediciones en los reinos que componían la Corona de Aragón
(Aragón, Cataluña y Valencia). En Castilla no se publicaron, sin
embargo, hasta quince años más tarde, en 1627, por el tiempo en
que se vio metido en la apasionada polémica por el patronazgo
único de Santiago. Esta obra alcanzó gran divulgación y
renombre; pero Quevedo, presionado por el Santo Oficio, tuvo que hacer una
edición expurgada de Los Sueños (Madrid, 1631), en que
éstos cambiaron el título y además iban acompañados
de otros trabajos. Esta edición llevaba el título de Juguetes de
la niñez.
En La Política de Dios y Gobierno de Cristo, la obra que en vida
del autor tuvo más ediciones, formula Quevedo su ideario político,
defendiendo la doctrina de que tanto el Estado como el individuo deben
someterse en su conducta a las normas morales.
En fantasías morales como El entremetodo, la dueña y el
soplón y, sobre todo, La hora de la locura, Quevedo acentúa los
elementos monstruosos y deformes de su arte convirtiendo la burla en violenta
caricatura.
La prosa de ideas alcanza su mejor expresión en el moralismo
escéptico de Baltasar Gracián. Gracián tuvo problemas con
la censura. Cuando empezó a publicar lo hizo bajo el seudónimo de
Lorenzo Gracián y sin permiso de sus superiores. Le fue tolerado,
incluso cuando publicó de la misma manera El político D. Fernando
el Católico (Zaragoza, 1640); Arte de ingenio (Madrid, 1642) y su
versión revisada con nuevo título Agudeza y arte de ingenio (Huesca,
1647). Sin embargo, cuando a despecho de las advertencias publicó las
tres partes de El criticón (Zaragoza, 1651; Huesca, 1653; Madrid, 1667)
sin permiso y bajo el antiguo seudónimo –aunque, quizás con la
esperanza de ablandar a sus superiores, tuvo el cuidado de someter a su
aprobación su obra devota El comulgatorio antes de ser publicada en 1655
(Zaragoza)–, fue reprendido severamente, privado de su cátedra de
Escritura y enviado a cumplir penitencia a Graus en 1658. Aunque su posterior
traslado a Tarazona significó cierta rehabilitación, su disgusto
fue tal que intentó abandonar la orden. Le fue negado el permiso y
murió en diciembre de 1658.
Las obras de Gracián están presentes en Europa desde muy
pronto. Apenas se publican en el siglo XVII, empiezan a traducirse y poco a
poco van apareciendo en todas las lenguas del continente. En la vanguardia de
esas traducciones aparece Francia, donde ya en 1645 se publicó una
traducción de El Héroe; más tarde, en 1684, se
publicó en París con el título de L'Homme de coeur, una
traducción del Oráculo manual y arte de prudencia. A partir de
ahí Gracián va a ser conocido en Inglaterra, Italia y Alemania,
hasta convertirse hoy –después de Cervantes y Galdós– en uno de
los tres escritores españoles más leídos y traducidos de
todo el mundo.
2. Categoría
de axiologia
2.1.
Noción y despliegue de axiologia
Axiologia,
llamada también teoría de los valores (de axios, valor), abarca,
por una parte, el conjunto de ciencias normativas y, por otra, la
crítica a la noción de valor en general. Por eso, lo que
primariamente nos interesa es saber qué es el valor.
Subjetivamente el
valor es el carácter que reviste una cosa al ser más o menos
apreciada. Objetivamente es el carácter de las cosas que merecen mayor o
menor aprecio o que satisfacen cierto fin. El primer uso técnico de la
noción de valor proviene de la economía política y de ella
ha pasado sobre todo por influjo de Nietzsche al lenguaje filosófico,
concretamente a la axiología. Estudiaremos temáticamente el
despliegue de la axiología.
Los precursores:
tensión entre subjetivismo y objetivismo axiológicos. La
axiología se despliega propiamente en el siglo XIX. Mas no por eso
dejó de ser antes preocupación de los filósofos el
problema del valor. Se suele mencionar a Protágoras, Platón, S.
Agustín, S. Tomás, Hume, Kant, como testimonios de ello. Pero la
distinción entre ser y valer, por una parte, y la captación del
valor por el sentimiento, por otra, fueron las tesis que marcaron el hito de la
axiología como escuela filosófica moderna. Los verdaderos
precursores de la axiología, en el sentido apuntado, han sido Lotze,
Nietzsche y Brentano.
K. H. Lotze
sostiene que junto al mecanicismo se da una finalidad, la cual utiliza las
causas mecánicas como instrumentos hacia una configuración
superior de sentido. Su postura objetivista y antikantiana le lleva a empalmar
con Platón, admitiendo que a los valores de la conciencia moral les
compete un valer objetivo, independiente de la experiencia, como imperativos
éticos. Los valores, al igual que las verdades eternas
platónicas, necesitan determinantes empíricos externos para que
se hagan conscientes a nuestro espíritu. Pero su existencia no es debida
a la experiencia, ni a la costumbre, sino que figuran como contenidos de
razón. La metafísica comienza en la ética: «Los valores no
son, sino que valen».
F. Nietzsche
enseña el valor preferente de los impulsos vitales sobre la
razón, así como la subversión de todos los valores y el
culto del individuo de gran estilo (superhombre). Lo bueno es lo noble: lo que
cuadra al carácter y a la raza del superhombre. Lo malo es todo lo que
está a tono con el esclavo y el débil. Sólo aquel que es
creador sabe lo que es el bien y el mal, puesto que hace creadoramente que lo
uno sea bueno y lo otro malo. La historia es una dinámica de
creación y aniquilamiento de valores. Tres son los puntos fundamentales
de su axiología: primacía del valor sobre cualquier otra
noción; origen del valor en la voluntad de poder; vigencia de la tabla
de valoresestabilizada al ser transmutados todos los valores para todo hombre.
Pero es la figura decisiva de F. Brentano la que más influiría en
la formación de la axiología. La intencionalidad de la conciencia
le permite pasar del examen de la vivencia al objeto al cual esa vivencia se
refiere. A partir de aquí descubre normas objetivas para el conocimiento
y la voluntad. Clasifica las funciones psíquicas en
«representación, juicio y sentimiento». La representación es
objeto del juicio y del sentimiento. El juicio discierne la verdad. El
sentimiento estima el valor. El valor se refiere al sentimiento del mismo modo
que la verdad al juicio. Los valores se fundan sólo en el acto
valorativo; el cual no es un proceso racional, sino emocional. El amor posee
una peculiar inmediatez de evidencia como criterio acertado. De aquí
arrancarían las teorías de Meinong y Ehrenfels.
La axiologia de
A. Meinong es subjetivista: para él, una cosa tiene valor cuando nos
agrada y en la medida en que nos agrada. Es necesario partir de la
valoración como hecho psíquico; tal hecho es siempre un
sentimiento, el cual lleva a su vez implícito un juicio de existencia.
En toda valoración se produce un estado de placer o de dolor, basado en
el juicio existencial. Aunque el valor es puramente subjetivo, mantiene, no
obstante, una referencia al objeto a través del juicio existencial. Un
objeto tiene valor en tanto posee la capacidad de suministrar una base efectiva
a un sentimiento de valor. Posteriormente, hizo menos radical este
subjetivismo: un objeto tiene valor en cuanto un sujeto tiene o debe tener
algún interés por él. Meignon admite por su teoría
del objeto ideal la objetividad de algo irreal, como el valor, que es
independiente del sentimiento que un sujeto puede tener acerca de él.
Incluso llega a afirmar la relación del valer con el ser. El valor de un
objeto no puede depender de que se lo desee o apetezca: se desea lo que no se
posee, pero se valora únicamente lo existente poseído. Aunque
valoramos también lo inexistente, al valorarlo sólo afirmamos que
si el objeto llegase a existir nos produciría un sentimiento de agrado.
Por tanto, hay un valor actual que tiene presente al objeto que provoca el
agrado y un valor potencial que tiene ausente ese mismo objeto. Así,
pues, el valor de un objeto consiste en la capacidad para determinar el
sentimiento del sujeto, exista o no exista aún tal objeto. Pero el fundamento
último del valor es el sentimiento de agrado.
La postura de C. Ehrenfels
es una respuesta a la de Meignon. El valor de una cosa reside exclusivamente en
el deseo que despierta; por tanto, el valor se identifica con la apetibilidad.
Entonces, la medida o patrón del valor es la intensidad del deseo. El
valor es la relación entre el objeto y el sujeto; en virtud de tal
relación conocemos que el sujeto desea efectivamente al objeto, o por lo
menos que el sujeto puede desearlo en caso de que esté convencido de la
noexistencia del objeto. Es decir, una cosa es valiosa no sólo cuando es
capaz de producir un sentimiento de agrado, pues en ese caso serían
valiosas sólo las cosas existentes. Valoramos también lo que no
existe como la justicia y la bondad perfectas. Por tanto, el fundamento del
valor no se encuentra en el sentimiento de placer o agrado como sostiene
Meignon, sino en el apetito o deseo: las cosas son valiosas porque de no
existir o de no poseerlas, las desearíamos. Cuando hay una
representación fuerte y completa del ser del objeto, entonces la
relación sujeto - objeto despierta en nosotros un estado sentimental
más intenso que la representación de la noexistencia de ese mismo
objeto. Valor es siempre la relación entre un objeto y la disposición
de apetencia de un sujeto.
2.2. El
subjetivismo axiológico
Se trata de la
negación del carácter absoluto del valor, como independiente del
sujeto. Esta postura se despliega sobre todo en Europa a partir de bajo el
signo de relativismo histórico: la historia es la fuerza productiva que
engendra los valores con los que se mide el significado de hombres y épocas.
También G. Simmel se pronuncia en el sentido de Dilthey: el valor nunca
es una entidad objetiva, pues su objetividad resulta de la correlación entre
sujeto y objeto. Los valores absolutos son los que los hombres reconocen como
tales en determinadas condiciones. No muy lejos de esta postura se halla el
relativismo sociológico de A. Vierkandt.
También
aparece esta postura como relativismo monistanaturalista en W.Ostwald. La
realidad es la energía, entendida ésta como una verdadera causa y
como constante ontológica que continuamente se modifica. Las realidades
particulares son modos de energía, la cual es siempre constante. La
energía es un valor. Esta teoría, conocida con el nombre de
energetismo enseña el imperativo energético: no desperdiciar la
energía libre que disminuye constantemente, sino aprovecharla. Sólo
es valioso lo que contribuye a ese aprovechamiento. El máximo valor
consistirá en el máximo aprovechamiento de energía.
También H.
Aifinsterberg profesa el relativismo. La filosofía se basa en un acto
voluntario fundamental que afirma la existencia del mundo. Este acto afirmativo
es el fundamento de un sistema de valores. Los valores son el resultado de una
acción libre de afirmación, pero que se establecen
independientemente organizados en una jerarquía. El valor puede
originarse o bien de la vida espontánea o bien de la vida consciente. En
último análisis, todos los valores se resuelven en una unidad
suprema: el mundo como producto de una voluntad de valores. Pero quizá
las formas más radicales de subjetivismo se han dado en el ámbito
anglosajón. Cuando ya parecía que el subjetivismo había
sido completamente superado en el ámbito europeo, florecía en los
círculos filosóficos anglosajones. Esto fue debido a que el
idealismo de corte germánico de un Bradley o de un Royce jamás
llegó a cuajar definitivamente. Era demasiado intensa la influencia de
la tradición empirista y nominalista de Ockham, Bacon, Hume, Mill, para
que el idealismo pudiera establecerse tranquilamente. Surge entonces el
neopositivismo con una fuerte afirmación de pragmatismo. R. B. Perry,
Wittgenstein, R. Camap, A. Ayer y B. Russell encabezarán este
movimiento.
R. B. Perry rechazó
acertadamente la tesis idealista, pero sostuvo la teoría extrema del
subjetivismo axiológico: el fundamento del valor es el sujeto que
valora. Hay una relación estrecha entre el valor y el interés, de
modo que un objeto adquiere valor cuando se le presta interés. Los
objetos, dice, no tienen previamente una determinada cualidad para ser
valiosos; ni tampoco existen únicamente intereses especiales que
confieran valor al objeto: cualquier interés otorga valor al objeto. Se
puede establecer la siguiente ecuación: x es valioso=se ha tomado
interés en x. El interés expresa una actitud compleja de todo ser
vivo de estar a favor o en contra de ciertas cosas. Interés es el deseo,
el agrado, la voluntad, el propósito, la aversión, etc. Por
tanto, son marginadas en esta teoría las cualidades del objeto que
despiertan en nosotros el agrado o el desagrado. El silencio del desierto
carece de valor hasta el momento que algún viajero lo encuentra desolado
y aterrador; lo mismo sucede con la catarata hasta que una sensibilidad humana
la encuentra sublime.
Otra forma de
subjetivismo axiológico, aunque no coincidente con el anterior, es la
del empirismo lógico. El Tractatus LogicoPhilosophicus de Wingenstein
puede tomarse como punto de partida (1921) del empirismó lógico.
Un primer
núcleo de este movimiento quedó constituido en el Círculo
de Viena, encabezado por Moritz Schlick. El Círculo de Viena se propuso
unificar las ciencias, incluida la filosofía, partiendo del
método lógico de análisis, el cual permitiría
eliminar problemas metafísicos y afirmaciones carentes de
significación; este método serviría para aclarar los
conceptos y las proposiciones de las ciencias empíricas, cuyo contenido
es lo observable de modo inmediato.
Las expresiones
metafísicas, afirman, tienen un trasfondo sentimental, careciendo de
rango científico. Los predicados bueno, bello, justo, etc., como
valores, no tienen función simbólica como la tienen los
predicados rojo, frío, idiota, etc., sino que sirven sólo como
signos emotivos o expresiones de nuestra actitud hacia algo. Cuando decimos
bueno no afirmamos nada del objeto, pero manifestamos nuestro estado
sentimental. Y no es que nuestro deseo o agrado confiera valor al objeto como
creía Meignon, sino que cometemos un error creyendo que hablamos de un
objeto, cuando en realidad hablamos de un estado sentimental. Para R. Carnap
(v.), p. ej., los juicios de valor son disfraces de imperativos o normas. Entre
el juicio de valor «robar es malo» y el imperativo «no robes» sólo hay
diferencia de formulación, mas no de contenido. Pero, por. otra parte,
la norma o imperativo no afirma nada, sino que expresa un deseo; por tanto, es
inútil agotar argumentos para probar su verdad o falsedad: tanto el
juicio de valor como el imperativo o norma no son ni verdaderos ni falsos. La
axiología, como ciencia, jamás podrá constituirse sobre
tan efímera base, pues sus juicios no son verificables, careciendo
así de significado.
Parecida postura
mantiene Ayer. Ahora bien, un sentimiento puede ser expresado o afirmado; no es
lo mismo afirmar que expresar un sentimiento. Así, la enunciación
de un juicio ético no es afirmación, sino expresión de un
sentimiento, lo cual, a su vez, ni es verdadera ni falsa. El subjetivismo
desconoce esta distinción, ya que el juicio de valor no sería
más que la afirmación de la existencia de un sentimiento. Pero en
tal caso el juicio es verdadero o falso: o es cierto o no que el sujeto tiene
el sentimiento que afirma. Decir que una cosa es buena o correcta no equivale a
decir que merece la aprobación general, ya que se aprueban muchas
acciones malas o incorrectas. El hombre que aprueba lo malo no se contradice.
Entonces, si un juicio de valor no implica una proposición o
afirmación jamás habrá proposiciones axiológicas
contradictorias. Únicamente cabe la posibilidad de juicios de valor si
previamente admitimos todos una tabla de valores. Con arreglo a esa tabla se
podrá discutir ulteriormente si un hecho encaja o no en su
ámbito. Pero quien no esté de acuerdo con nuestra tabla de
valores jamás podrá ser convencido de la verdad o falsedad de su
postura. Al no poderse determinar la falsedad o verdad de los juicios de valor
ya que no afirman nada, debemos concluir que no significan nada. La
Ética no tiene posibilidad alguna. Sólo la Psicología
estudiará las reacciones y sentimientos que tales juicios expresan o
provocan.
En esto coincide
con Ayer B. Russell, ya que la cuestión de los valores está fuera
del dominio del conocimiento, siendo además mera expresión de
nuestros sentimientos. La idea de lo bueno y de lo malo está conectada
siempre al deseo (bueno=deseado; malo=evitado). La Ética quiere dar
significación universal a ciertos deseos personales. Ahora bien, decir
«esto es bueno» no es lo mismo que decir «esto es cuadrado». Con el predicado
«bueno» se enuncia sólo un deseo; mientras que con el predicado
«cuadrado» se enuncia algo objetivo. Jamás podrá discutirse sobre
la verdad o la falsedad del predicado «bueno». Russell (v.) afirma expresamente
que su doctrina es una forma de la subjetividad de los valores. Para él
no es posible encontrar argumentos para probar que algo tenga un valor
intrínseco. No obstante, parece contradecirse en su postura, cuando
afirma que nuestra vida tiene que guiarse por grandes deseos impersonales y
.generosos. Pero esto es ya postular una escala objetiva de valores, de modo
que el hombre tiene que obrar por razón de los más altos
jerárquicamente.
2.3. El
objetivismo axiológico
Al despertar el
idealismo en el s. xix bajo la forma de kantismo surgieron principalmente dos
escuelas fieles al espíritu de Kant: la escuela logicista de Marburgo y
la escuela axiológica de Baden. Esta última, representada por W.
Windelband y H. Ricicert, impulsó notablemente el estudio del valor.
W. Windelband depende
también de Lotze. Partiendo del método trascendental kantiano,
sostiene que la filosofía consiste en el análisis de las
condiciones lógicas del conocimiento y de la volición. Es, por
tanto, conceptualista, negando la existencia de la intuición
intelectual: el entendimiento es sólo una facultad de síntesis,
al construir el todo a base de sus partes. Con esto aboca al idealismo
gnoseológico, haciendo consistir el conocimiento en una creación
del objeto y no en una captación del mismo. A pesar de su idealismo, no
es totalmente racionalista, y reconoce la presencia de un elemento irracional
en la realidad: el fundamento del ser objetivo no son las leyes lógicas
como en la Escuela de Marburgo, sino las leyes axiológicas. Ahora bien,
más allá de la «conciencia en general» no hay nada.
¿Cómo son entonces verdaderos y objetivos los juicios basados en
realidades inmanentes? En tales juicios se da la presencia de valores
trascendentales, los cuales no hacen referencia al ser, sino al deberser. El
juicio es verdadero cuando corresponde a un deberser trascendental. Los valores
figuran como el fundamento del ser, y son independientes de la razón y
de la conciencia: se imponen. Por eso, los valores no son relativos, puesto que
su validez es absoluta. El valor aparece a la conciencia en la forma de un
objeto eterno, al que no corresponde realidad alguna en nuestra conciencia. La
filosofía es, así, «ciencia crítica de los valores
universales». Estas leyes inmanentes, inmutables y eternas, no existen, sino
que valen, y son de tres clases: valores de verdad (en el pensamiento), valores
morales (en el querer y obrar) y valores estéticos (en el sentimiento).
H. Rickert sigue
la línea trazada por Windelband: el valor no pertenece a la esfera del
sujeto, sino a la del objeto. Ahora bien, este objeto no tiene realidad, como
la tiene el objeto de una experiencia sensible, sino que constituye un «tercer
reino». Es decir, entre el reino de la realidad y el de los valores no es
posible una relación si no es a través de una esfera diferente de
ambas. Ese «tercer reino» está constituido por relaciones, llamadas por
Rickert «formaciones de sentido» (Sinngebilde). La cultura es el reino, de las
formaciones de sentido.
Alejado del
kantismo, el objetivismo axiológico ha tenido sus representantes
más destacados en el círculo de la Fenomenología.
Siguiendo el método fenomenológico de Husserl, Max Scheler dio el
mejor impulso a la a. en su obra El formalismo en la ética y la
ética material de los valores. Scheler está de acuerdo con Kant
al rechazar la «ética de bienes», pero esto no tiene que llevar a una
aceptación de la «ética del imperativo categórico». Hay
que distinguir entre bienes y valores. Así como podemos hablar del eidos
o esencia del, color rojo, sin tener en cuenta que exista o no
fácticamente en una cosa roja, también hay valores como esencias,
prescindiendo de que existan o no bienes portadores de tales valores. El hombre
puede intuir la esencia de un valor, el cual es independiente de su
realización fáctica en la forma de bienes (o «cosas valiosas»).
La intuición de los valores es independiente de la empiría. La
ética no puede suponer bienes o cosas (en esto da la razón a
Kant), mas también tiene que basarse en un contenido determinado (con lo
cual se hace material y se enfrenta a la ética de Kant). Además
la jerarquía de los valores es a priori y en esto concuerda con Kant;
pero las leyes esenciales que regulan las relaciones entre valores no son de
índole formal o indeterminadas en su contenido. Por tanto, se precisa
una ética material. Es decir, Kant confundió lo a priori con lo
formal; para Scheler esto es imperdonable. Mas Kant cometió un segundo
error: confundió lo a priori con lo racional. En verdad, los valores no son
captados por la razón, sino por el sentimiento. La razón capta
las esencias significativas lógicas. En el querer se establece una
relación con el mundo concreto; pero el sentimiento nos abre a las
esencias alógicas o valores sin ser una experiencia empírica.
Para Scheler, todo acto que realiza un valor debe ser definido precisamente
como manifestación de una persona. El verdadero soporte de los valores
morales es la persona humana y sólo ella puede ser buena o mala. De
ahí el personalismo de la a. scheleriana.
Nicolai Hartmann
sigue una línea paralela a la de Scheler. Pero considera
únicamente la persona individual, rechazando el concepto de persona
colectiva o divina: hay que sacrificar la relación a la ética, ya
que la dignidad de la persona humana consiste en transformar el deberser
(axiológico) y deberobrar (ontológico). Los valores morales
constituyen un reino axiológico independiente: la persona humana es
mediadora entre el orden de los valores y el de la realidad. Los valores son
como afirma también Scheler esencias irracionales, estando la norma y el
deber fundados en el ser independiente de los valores. No hay una prioridad del
deber respecto de los valores, sino que el valor precede al deber y lo
condiciona. Los valores poseen el carácter de esencias originales,
independientes de la representación y del deseo. Son objetos ideales,
aprehensibles en una visión intuitiva a priori, independiente de toda
experiencia. Hartmann se vincula así a la teoría platónica
de las ideas: «En cuanto a su modo de ser, los valores son ideas
platónicas. Forman parte de ese otro reino del ser, descubierto por
Platón, aprehensibles por intuición espiritual, aunque no
visibles con los ojos ni palpables con las manos»(Ethik, Berlín 1926,
108).
2.4.
Determinación sistemática del valor
Definir el valor
resumiendo o sintetizando de algún modo las ideas expuestas por los
autores mencionados es tarea ardua. Ensayémosla en cortas proposiciones:
1)Peculiaridad
del valor. Valer y ser no se identifican en el proceso de la percepción
humana. Percibimos muchas cosas que son, pero no por ello juzgamos que valen,
más aún, nos dejan indiferentes. El valor es aquello que saca al
sujeto de su indiferencia frente al objeto; por eso, el valor se funda en la
preferibilidad. El valor es noindiferencia. Cuando decimos que algo vale, no
afirmamos directamente algo sobre su ser, pues sólo nos referimos a su
noindiferencia. La noindiferencia es la esencia del valor. La cosa que vale no
es más o menos que la cosa que no vale. Tener valor no significa
directamente tener más o menos realidad, sino no ser indiferente. Es
precisamente esta característica del valor lo que va a plantear el
problema central de la a., y lo que va a permitir que se escinda según
los presupuestos metafísicos de los diversos autores, dando lugar a una
a. subjetivista, si lo reduce todo al sujeto; a una a. idealista, si no funda
el valor en la idea; a una a. realista, que ponga de manifiesto que la a. no
puede estar cerrada en sí misma, sino abierta a la ontología, ya
que el valor se funda en el ser. En los puntos que siguen procederemos de una
manera más bien descriptiva, y siguiendo sobre todo a Scheler y a
Hartmann, aunque corrigiendo algunas de sus expresiones, y dejando para luego el
planteamiento del tema ontológico.
2) El valor es
captado sentimentalmente. No se percibe el valor (la bondad, la amistad, la
generosidad, la belleza...) por la vía de un silogismo deductivo, sino
de una manera inmediata en la que la capacidad de sentir de la persona se ve
afectada. Hay un «orden del corazón» (Pascal) paralelo al «orden de la
razón». No obstante el percibir sentimental de un valor está dado
este mismo valor con distinción de su sentir y, por consiguiente, la
desaparición del percibir sentimental no suprime el valor. Aunque no
captados por deducción, no por eso los valores forman un orden
caprichoso y caótico. El percibir sentimental no está unido
exteriormente al objeto, ni aun de modo mediato a través de una
representación o a través de un signo, como si el objeto fuera
signo de algo más profundo. Captamos inmediatamente los valores por
medio de las vivencias emocionales (preferir y postergar). N. Hartmann extrema
en el distinguir la esfera lógica y la esfera emotiva; esta
última es llamada por Ortega y Gasset estimativa.
3) EI valor es
objetivo. Ya vimos cómo Scheler rechaza las doctrinas axiológicas
subjetivistas. El fundamento del valor no es el agrado o desagrado que
desencadena. El mismo hecho de que podamos discutir sobre los valores, supone
que en la base de la discusión estamos profundamente convencidos de que
son objetivos. Los valores se descubren, como se descubren también las
verdades científicas. Hartmann es contundente a este respectó:
los actos emotivos tropiezan con algo que nos insta irresistiblemente. No es que
lo deseable tenga valor, sino que es deseable lo valioso. Y ya decía
Scheler que la desaparición del percibir sentimental no suprime el ser
del valor. Cuando se descubre un valor no es que antes no hubiera valor y ahora
lo hay, sino que antes todavía no era intuido y ahora lo es.
4) Los valores
son esencias o eidos. Quiere esto decir que los valores son independientes de
las experiencias en que están inmersos. Esta esencia puede ser realizada
por medio de la existencia, pero su modo específico de consistencia no
se modifica por el modificarse de sus realizaciones existenciales (N.
Hartmann).
Los valores son
esencias «eternas e inmensas», por abarcar el espacio y el tiempo. No es que
los valores sean errantes fantasmas, pues más bien son espacial y
temporalmente omnipresentes: no valen aquí o allí, antes o
después; simplemente valen. Además san esencias «absolutas e
inmutables»: la traición de mi amigo no altera el valor de la amistad;
los valores no cambian. Son absolutos: no están condicionados por
ningún hecho de naturaleza histórica, social, biológica o
individual. Lo que vale una vez, vale siempre y de un modo uniforme: no valdrá
más para unos que para otros.
5) El valor no es
una relación, sino una cualidad. Es preciso distinguir entre el valor en
sí y el valor para nosotros. Si hubiera valor sólo para algunos,
entonces estarían constitutivamente en relación con el tiempo y
con el espacio, cosa que ya hemos excluido. Antes de Newton ya existía
la ley de la gravitación. Del mismo modo, sólo hay una relatividad
en el modo de conocer los valores, pero jamás en el mismo valor como
tal. Percibir un valor no es crearlo, sino descubrirlo. Los valores poseen
independencia objetiva e independencia subjetiva. La belleza es independiente
del cuadro, de la estatua o de los colores: el cuadro o la estatua poseen el
valor de lo bello, que los trasciende y los antecede. Los valores son
extraños a la cantidad: no se puede decir que un cuadro es tantas veces
bello, ni se puede contar o dividir la belleza en unidades. Los valores son
también subjetivamente independientes; aunque nunca se hubiera juzgado
que el asesinato era malo, hubiera continuado siendo malo.
6) El valor no
tiene sustantividad propia. Los valores radican en los seres y el hombre no
percibe el valor sino en los seres concretos, haciendo referencia al ser y
expresándose como un predicado del ser. Aquí volvemos a encontrar
en toda su pujanza la distinción entre una a. realista y una idealista:
la primera reconocerá ese hecho con toda su fuerza; la segunda no acaba
de asumirlo del todo y empleará expresiones como «los valores
están adheridos a los seres», «depositados en ellos», etcétera.
7) Polaridad de
los valores. El valor consiste en la noindiferencia, es decir, en su capacidad
de sacarnos de la indiferencia. Esto supone un punto inicial de indiferencia y
algo noindiferente que se aleja de ese punto. Hay dos modos de alejarse de ese
punto de indiferencia: uno positivo y otro negativo. Por eso, el valor tiene
polaridad: un polo positivo y un polo negativo. La provocación de la
noindiferencia puede suceder por atracción o por aversión. Todo
valor tiene su contravalor, a lo bueno se contrapone lo malo; a la belleza se
contrapone la fealdad, etc.
8)
Jerarquía de los valores. Hay una multitud de valores como modos de
noindiferencia. El valor debe tener constitutivamente noindiferencia.
También los valores en sus relaciones mutuas poseen esa noindiferencia.
Esta noindiferencia respectiva es el fundamento de su jerarquía.
Según Scheler, los valores mantienen una relación
jerárquica a priori, pues la jerarquía cuyo fundamento es la
correlación de los valores en orden a la noindiferencia reside en la
esencia misma de los valores. Scheler da cinco criterios para determinar la
jerarquía axiológica: l° Extensión: los valores más
inferiores son esencialmente fugaces, mientras que los superiores son eternos;
las grandes obras literarias persisten a través del tiempo. 2°
Divisibilidad: un valor tiene mayor rango cuando menos divisible es; un trozo
de pan vale el doble que la mitad de ese trozo; pero la mitad del cuadro Las
Meninas no corresponde a la mitad de su valor total. 3° Fundamentación:
cuando un valor fundamenta a otro es más alto que éste. Lo
agradable se funda en lo vital; y todos los valores se fundamentan en los religiosos.
40 Profundidad de satisfacción: Satisfacción no es placer, sino
vivencia del cumplimiento de una intención hacia un valor cuando aparece
éste. Profundidad no es grado de satisfacción; la
satisfacción es tanto más profunda cuanto menos ligada
está al percibir sentimental de otro valor. 5° Relatividad: no se trata
de un subjetivismo; el valor de lo agradable es relativo a un ser dotado de
sentimiento sensible; los valores absolutos son aquellos que no dicen
relación a la sensibilidad o á la vida.
9) Clasificación
de los valores. Uno de los esfuerzos más gratos a la a. consistió
en encontrar una escala de valores con que indicar su mutua correlación,
según el modo que tienen de sacarnos de la indiferencia. El valor supremo
es aquel que dista más que ningún otro del punto inicial de
indiferencia. Ortega y Gasset, inspirándose en las investigaciones de
Scheler y Hartmann, propone una escala de valores, según
jerarquía y polaridad, que transcribimos: Útiles (carobarato; ordinarioextraordinario),
Vitales (noblevulgar; sanoenfermo; fuertedébil; vidamuerte),
Intelectuales (conocimientoerror; evidenteprobable), Morales (buenomalo;
justoinjusto), Estéticos (bellofeo; sublimeridículo) y Religiosos
(sagradoprofano; divinodemoníaco). A la vista de esta escala podemos
apreciar que se nos impone renunciar a un valor de belleza o de salud antes que
hollar un valor religioso. Finalmente, y por lo que respecta al carácter
positivo o negativo del valor, añadiremos que el valor positivo es aquel
que debe mover al sujeto por su atracción; el valor negativo debe mover
al sujeto por su repulsión. Lotze y Brentano formulan la siguiente tesis
al respecto: La existencia del valor positivo es un valor positivo; la
existencia del valor negativo es un valor negativo; la noexistencia del valor
negativo es un valor positivo; la noexistencia del valor positivo es un valor
negativo.
2.5. Entrada
de la Axiología en el ámbito de la Ontología
En Francia, L.
Lavelle y R. Le Senne consideran la A. como una profundización de la
Ontología misma. En España, J. Zaragüeta se ha pronunciado
también en este mismo sentido. En Alemania, J. von Rintelen identifica
el valor con el concepto afín al tomista de Bien, que, como se sabe, es
uno de los trascendentales del ser. justamente la posible entrada de la A. en
el ámbito de la Ontología tendrá lugar únicamente en
el ámbito de la bondad trascendental, como unánimemente lo ha
reconocido el neotomismo. Pero es preciso aclarar este punto. Acerca de la
distinción que la A. hace entre el bien (v.) y el valor,
convendrá tener presentes algunos puntos:
1) El bien es el
ente concreto dotado de bondad. En este caso, el bien es lo valioso, o lo que
es soporte de valor; el valor es la bondad misma tomada abstracta o formalmente
(la valiosidad), en virtud de la cual el ente se hace bueno.
2) El bien se
dice también del bien óntico, no realizado todavía por la
tendencia en acto segundo. El valor, en cambio, coincide con el bien realizado
por la tendencia espiritual. Hablando más exactamente, el bien realizado
presenta un doble aspecto, que se corresponde analógicamente con el
concepto objetivo y subjetivo del entendimiento. El aspecto objetivo es el bien
realizado como aquello que es realizado (contenido de valor) y en cuanto que es
realizado; el aspecto subjetivo es la misma realización del bien, como
el modo en que la tendencia realiza el bien (valoración). Así
tenemos el valor tomado objetivamente, por cuanto es realizado, y el valor
tomado subjetivamente, en virtud del cual es realizado. Los valores tomados subjetivamente
son los actos de amor, reverencia, fidelidad, pureza, etc., por los cuales se
manifiestan y realizan los valores "tomados objetivamente, dándoles
una respuesta adecuada. Esta segunda consideración del bien y del valor
toca más directamente los puntos esenciales de la a. Casi ningún
axiólogo mira al bien óntico, fijándose en el valor y
atendiendo especialmente al valor tomado subjetivamente, como en el caso de
Scheler. El valor no coincide de un modo tan inmediato y manifiesto con el ente
como el bien óntico; por eso, es comprensible su esfuerzo por separarlo
de la esfera del ser. Pero si estudiamos el problema más profundamente,
pronto evitaremos esa separación. El valor a la vez subjetiva y
objetivamente tomado se fundamenta en el bien óntico: el valor tomado
objetivamente es el mismo bien óntico realizado en acto; el valor tomado
subjetivamente da la respuesta correspondiente al bien óntico, ya que
está determinado por éste: el valor subjetivo es el bien
óntico transportado y elevado al modo del sujeto apetente. Por tanto, no
sólo el bien óntico se convierte o identifica relativamente con
el ente, sino también el bien realizado, como lo manifestativo con lo
manifestado.
3) Decimos que el
ente tiene bondad en cuanto se connota la perfección que el ente tiene
en sí, o sea, la plenitud de ser tenida por él; pero decimos que
un ente tiene valor cuando connotamos su conveniencia a otro ente en
determinadas circunstancias. Desde esta perspectiva, el valor se fundamenta en
el bien, pero sólo puede ser definido atendiendo a las circunstancias
determinadas; p. ej., un tesoro cuantioso es de suyo un bien mayor que un
barril de agua; mas para el hombre que jadea sediento en un desierto tiene
más valor ese barril de agua que el tesoro. Esta distinción
muestra la peculiaridad del tema del valor a la vez que pone de manifiesto la
necesidad de vincularlo al bien. La A. tal y como se desarrolla sobre todo en
Scheler y Hartmann supone tina superación del subjetivismo
axiológico y del psicologismo (v.), pero si no se abre a una
fundamentación metafísica del valor corre el riesgo de caer en el
idealismo (v.) o de colocar lo axiológico en un reino de ideas
platónicas.
Quien admita la
a. en un sentido noontológico se encuentra en la misma situación
del que quiere buscar casa en una ciudad donde impera una gran necesidad de
viviendas. Si alguien le propone la adquisición de una casa muy valiosa,
con lujosos salones y jardines, a un precio ridículo, nuestro hombre
saltará de gozo. Pero caerá descorazonado tan pronto como le
aclaremos que, aun siendo la casa de un valor incomparable, le falta un leve
detalle: que no tiene ser. Lo mismo puede decirse de los valores alimenticios,
estéticos o sociales.
Aquí no se
trata de una cosa concreta, llámese comida o casa, sino del valor de
esos bienes, de la bonitas de estos bona. Al valor de estos bienes pertenece
necesariamente su seractual o su serposible como fundamento ontológico.
El valor está vinculado indisolublemente al ser. Esto tiene su vigencia
no sólo para valores de cosas, sino, y especialmente, para valores
morales. El deber es siempre un deberser, del mismo modo que el serposible es
ser por su relación al seractual.
3. Las características semánticas de evaluación
3.1. El factor subjetivo y objetivo de evaluación
La característica más importante de evaluación es
presensia de factor subjetivo que actúa reciprocamente con el objetivo.
Una expresión evaluativa, aun si no se ve claramente el sujeto,
sobreentiede la relación evaluativa entre sujeto y objeto. Cualquier juicio
presupone el sujeto del juicio es decir una persona (individuo, sociedad) que
produce la evaluación y un fenómeno o una cosa a la cual se
refiere la evaluación. Al fin y al cabo la medida del valor de todo lo
existente es un hombre en conjunto de todas las manifestaciones de su
vitalidad. Este hombre dependiendo de las circunstancias puede ser representado
por un individuo concreto, por un grupo social o por la sociedad humana en
general.
La presensia del sujeto de valoración presupone unas peculiaridades
de razonamiento evaluativo y en primer lugar la posibilidad de discusión
sobre la evaluación cuando se chocan las opiniones distintas:
A.: Creo que es una novela brillante;
B.: Según mi opinión es mediocre;
A.: Pasa por especialista muy bueno;
B.: Por desgracia no es así.
El aspecto evaluativo determina también los predicados
axiológicos como uno de los elementos de la estructura evaluativa. Los
predicados creer, opinar, pensar, parecer reflejan el caracter subjetivo de
evaluación. Compárense: Todo el mundo lo tiene por honrado y Es
honrado.
El componente subjetivo presupone la actitud positiva o negativa de
sujeto hacia su objeto (a veces la representan en forma de relacion:
"gustar/no gustar", "apreciar/no apreciar",
"aprobar/no aprobar") mientras el componente objetivo (descriptivo)
toma como punto de referencia las cualidades propias de objetos o fenomenos a
base de las cuales se evaluan. En declaraciones los aspectos subjetivo y
objetivo se dividen. De tal modo diciendo Me gusta la película, el
sujeto no comunica nada sobre las cualidades de la película sino
sólo sobre su actitud hacia ella. La capacidad de señalar la
actitud subjetiva como tal la poseen en primer lugar los verbos;
compárense: respetar, amar, apreciar, despreciar, odiar etc.: El respeta
a los mayores; Le desprecio etc. Indicios de objeto a veces se introducen
complementariamente en forma de argumentacion: Me gusta esta película,
está realizada con mucho talento. Determinaciones evaluativas siempre
presuponen peculiaridades de objeto: Es una película fantástica;
es una carretera terrible; es una variante impropia; es una maniobra excelente.
Hace falta poner de relieve que contraposición de sujeto/objeto en una
estructura evaluativa no es lo mismo que la contraposición de subjetividad/objetividad
en semántica de evaluación. Sujeto y objeto presuponen existencia
de ambos factores: subjetivo y objetivo. De este modo, sujeto, evaluando
objetos o hechos, por un lado, se apoya sobre su actitud hacia el objeto (me
gusta/no me gusta) y, por otro lado, sobre ideas estereotipadas en cuanto al
objeto y la escala de valores en la cual se colocan todos los indicios
característicos para el objeto. Al mismo tiempo en un objeto evaluativo
se combinan los indicios subjetivos (relación sujeto - objeto) y los
objetivos (rasgos de objeto). De esta manera, cuando se trata de que el agua es
caliente/fria se sobreentienden las propiedades del agua igual que las
sensaciones del sujeto. Declaraciones Llegué a saber una noticia
excelente, estupefaciente y Llegué a saber una noticia sensacional, muy
interesante incluyen así sentidos evaluativos (subjetivos) como los
descriptivos (objetivos) con la particularidad de que en el primer ejemplo se
expresa ante todo la actitud del sujeto hacia el acontecimiento y en el segundo
se explicitan las propiedades descriptivas del acontecimiento; no obstante en
ambos casos se comunica algo sobre el sujeto y objeto.
La correlación de lo subjetivo y lo objetivo es el problema
básico alrededor de que se desarrollan las discusiones sobre la esencia
filosófica de valores y sobre la naturaleza de juicios evaluativos.
Historia de aprendizaje de evaluación se caracteriza por una
contínua lucha de dos corrientes, una de las cuales se apoya sobre la
idea de que lo más importante en proceso de evaluación es sujeto
mientras la segunda se inclina a lo que el componente principal de
evaluación es naturaleza de objeto. En lo fundamental estas corrientes
se desarrollan en la esfera de las teorías éticas aunque muchos
de sus postulados son esenciales para el aprendizaje de evaluación desde
el punto de vista de lконецформыначалоформыingüística.
La primera corriente se expresa en concepciones de emotivismo donde los
significados evaluativos se observan sólo como expresíon de
emociones de sujeto o como actitud de sujeto hacia su objeto. Por ejemplo, la
declaración: Obraste mal por haber robado el dinero se puede
interpretarla como Robaste el dinero + entonación de susto y
exclamación que no agregan nada al significado sino muestran que la exclamación
fue acompañada por una reacción emotiva por parte del sujeto.
Algunos autores creen que casí cada declaración contiene el
aspecto emotivo puesto que hasta una comunicación sobre un hecho cambia
algo en el estado psíquico del oyente prescribiendole los estados
emocionales correspondientes. En aspecto emotivo de la evaluación se
puede diferenciar las emociones propias de sujeto (¡Qué tonto
soy!, ¡Qué pena!) y las emociones que sujeto le quiere inculcar a
su interlocutor (en declaraciones que se refieren al interlocutor, por ejemplo,
en insultos y en declaraciones que se refieren a la tercera persona
(¡Qué bobo es!).
Los autores que se inclinan a las ideas de emotivismo están en
contra de que la misma denominación "bueno" sea un rasgo del
objeto. Los partidarios de emotivismo creen que la evoluación no se
puede interpretarla ni como verdadera ni como falsa ya que no puede ser
verificada. Es imposible la discusión de evaluaciones como:
A: Es correcto.
B: No es correcto.
El científico Ayer cree que en discusiones de
este tipo no se toca la evaluación sino los hechos. Es evidente
también que según esta concepción lo emocional de la
evaluación prevalece sobre lo racional.
La corriente contraria se apoya sobre la idea que los significados evaluativos
deben ser interpretados como los pertenecientes a los objetos y, de este modo,
no representan relaciones sino rasgos (naturalismo). Como creían los
representantes de intuicionismo los rasgos evaluativos incluyendo los morales
son la realidad objetiva y son características para las acciones y
estados. En límites de estas concepciones se presupone que los rasgos
evaluativos resulten una conclusión lógica de los rasgos
descriptivos ya que la evaluación se basa en los indicios de objetos o
fenómenos. Conformamente la evaluación emotiva se deduce de la
racional, entonces la discusión de evaluación se hace posible.
Las ideas del naturalismo se desarrollan junto a la idea que los rasgos
evaluativos se correlacionan con funciones de objetos(funcionalismo);
así, el cuchillo bueno es aquel que corta bien, Ramirez es padre bueno
significa que les viste y les da a comer a sus hijos etc. De esta manera, el
significado de la palabra "bueno" para las termas funcionales se
deduce a base de los criterios lógicos y para los demás objetos
los criterios deben ser lógico-empéricos. Estas ideas se hicieron
una base del análisis lконецформыначалоформыingüístico
de la palabra "bueno" en trabajos de Katz y Vendler.
Las tentativas de superar la unilateralidad de ambas corrientes sirvieron
de incentivo para las investigaciones subsiguientes de los problemas más
importantes de evaluación.
Así, fue mostrado que es necesario tomar en consideración
la diversidad de los rasgos evaluativos de objetos. El autor de "Los
principios de ética" G.Moor comparando las palabras
"amarillo" y "bueno" la primera la llamó "un
rasgo natural" y la segunda "innatural". Él apuntó
que es imposible describir el significado de la palabra "bueno" a
base de rasgos de los objetos a los cuales se puede aplicar el signo
"bueno", es así llamado "error
naturalístico". Moor subraya que todos los juicios de lo bueno
siempre son sintéticos y nunca analíticos. De este modo el
problema de transición de los rasgos descriptivos a la evaluación
resultó en el centro de atención de los investigadores.
3.2. Clasificación de tipos de evaluación
El desarrollo subsiguiente de dos corrientes y la aspiración de
encontrar la salida de las contradicciones que surgen con el enfoque unilateral
sirvieron de incentivo para las investigaciones de semántica de los
adjetivos como el tipo básico de palabras de signo.
P.Nowel-Smit examinando el problema de las condiciones bajo las cuales se
usa la palabra dada divide los adjetivos en 2 grupos: grupo A (aptness-words) y
grupo D (descriptive words). Los primeros indican que el objeto tiene unos
rasgos que son aptos para despertar emociones y los segundos entran en
descripción. Además, se distingue el grupo G (gerundive words)
que designa rasgos que traen consigo una acción: vestido rojo (D),
vestido cómodo (A), vestido inconveniente (G). Esta división es
convencional ya que los adjetivos de un grupo en contexto pueden funcionar como
los de otros grupos. En particular, la división refleja la
concepción de así llamado prescriptivismo que presupone que en
primer plano se pone la función prescriptiva de la evaluación: Es
bueno, opta por eso o Es malo, no hagas así.
J. fon Wright propuso una clasificación de tipos de
evaluación basada en tipos de objetos y semántica de
combinaciones con la palabra "bueno". Él distingue las
siguientes "formas de bienes":
1) bien instrumental (cuchillo bueno, reloj bueno);
2) bien técnico (chófer bueno, profesor bueno);
3) bienes médicos que incluyen tales objetos como ojos,
corazón, memoria;
4) bien utilitar que sobreentiende idoneidad, utilidad para algún
fin: plan bueno, ocasión buena, oportunidad buena.
5) bien gedónico (olor bueno, tiempo bueno);
6) bienes de hombre (intención buena, acto bueno).
La interacción de sujeto de evalución con objeto sirve de
base para la clasificación de significados de evaluación parcial
hecha por Arutyunova. Ella subraya que "evaluación crea una
taxonomía de objetos y acontecimientos especial distinta de la
natural". La científica divide los significados de
evaluación parcial en 3 grupos que incluyen 7 categorías.
El primer grupo lo forman las evaluaciones de sensor que se
dividen en: 1) gedonísticas (es lo que gusta a uno: agradable, sabroso,
atractivo, aromático) y 2) sicológicas entre las cuales se
diferencian evaluaciones intelectuales (interesante, trivial, fascinante) y
evaluaciones emocionales (alegre, deseado, agradable).
El segundo grupo son evaluaciones sublimadas o absolutas: 1)
evaluaciones estéticas basadas en síntesis de las de sensor y
sicológicas: bonito, excelente; 2) éticas que sobreentienden las
normas: moral, bondadoso, vicioso.
Las últimas 3 categorías que constituyen el tercer grupo
son evaluaciones racionalísticas vinculadas con actividad
práctica de hombre. Incluyen las evaluaciones 1) utilitares
(útil, nocivo); 2) normativas (correcto, normal, sano); 3)
teleológicas (eficaz, acertado, defectuoso).
Como podemos ver, el análisis de evaluacíon en plano lконецформыначалоформыingüístico se
apoya también sobre comprensión de aspectos subjetivos y
objetivos de palabras y declaraciones evaluativas.En las declaraciones
evaluativas lo subjetivo y lo objetivo están ligados inseparablemente.
3.3. Los componentes evaluativos y descriptivos de significado. La evaluación
general y parcial
En las estructuras evaluativas los rasgos subjetivo y objetivo expuestos
más arriba actan recíprocamente. Al examinar las expresiones como
la manzana roja, redonda, madura; el cuaderno grande, cuadrado, antiguo es
evidente que tratan de los rasgos propios de objetos. Al contrario, las expresiones
la manzana deliciosa; el cuaderno magnífico no comunican los rasgos
propios de objetos sino los que les atribuye el sujeto. La primera serie de
adjetivos se puede llamarla descriptiva y la segunda evaluativa. Los signos de
la primera serie pueden incluir también el componente de
evaluación: bondadoso, talentoso, asiduo, insolente, tonto. Este tipo de
evaluación se llama la evaluación parcial. Las palabras de
la segunda serie(bueno, excelente) se llaman las de evaluación
general.
El problema de diferenciar dos series de signos en su correlación
es discutible. Es obvio que los rasgos propios de objetos no carecen de aspecto
subjetivo. Así, la manzana madura presupone la idea subjetiva de este
rasgo; el cuaderno grande también presupone los estereotipos sociales
conocidos al sujeto de evaluación. Los rasgos de color y forma son los
más "objetivos" pero en estos también está
presente el aspecto subjetivo. Por otro lado los signos evaluativos propiamente
dichos se apoyan en rasgos de objetos y en este sentido tampoco pueden
considerarse puramente subjetivos (por ejemplo, día perfecto quiere
decir el de sol, que no es frío). Según la proporción de
factores subjetivos y objetivos los rasgos se sitúan en una escala
incesante. En un extremo de la escala están tales rasgos como
triangular, alumínico y en segundo extremo los evaluativos propiamente
dichos: excelente, magnífico.
Los componentes objetivo y subjetivo de significado evaluativo
representan una unidad dialéctica con correlaciones muy complicadas en límites
de cada serie de unidades de la lengua.
Las relaciones entre el sentido descriptivo y evaluativo (emotivo) se
manifiestan evidentemente en sistema de los adjetivos para los cuales es
esencial la semántica de signo. Entre los adjetivos se puede diferenciar
las palabras descriptivas que no contienen ninguna evaluación (por
ejemplo, portugués, cúprico, matinal, bípedo etc), a este
tipo pertenece la mayoría de adjetivos relativos y los evaluativos
propiamente dichos (bueno, excelente, magnífico, estupendo, malo, feo,
terrible) que designan sólo la evaluación con signo "+"
("bueno") o "-" ("malo") con diferente grado de
intencificación y afectividad. Así, perfecto es "bueno +
intencificación", estupendo significa
bueno+intencificación+afectividad" etc. Pero no todos los adjetivos
tienen sentido puramente evaluativo o puramente descriptivo. La mayoría
de los adjetivos y de las palabras evaluativas en general combinan los dos
sentidos. Por ejemplo, fascinante, talentoso y mediocre, aburrido. Estas
parejas de palabras se parecen por el signo evaluativo "+"
para las dos primeras y el signo "-" para las últimas, pero se
distinguen por el significado que se refiere a los rasgos de objeto de
evaluación.
Los adjetivos que de algún modo combinan el sentido evaluativo con
el descriptivo componen una serie donde estos dos sentidos se combinan en
diferentes proporciones. El proceso característico para los adjetivos es
adquisición de rasgos calificativos. Los sentidos evaluativos
frecuentamente aparecen cuando el objeto de evaluación de algún
modo estáligado con la esfera de una persona, puesto que casí
cualquier rasgo de una persona puede presuponer evaluación: casa de
piedra, corazón de piedra; lápiz rojo, nariz roja. Significado
calificativo de tales adjetivos habitualmente sobreentiende metáfora. En
las lenguas romanas según rasgos evaluativos y no evaluativos se
diferencian los adjetivos relativos y constucciones con preposición de.
Los rasgos descriptivos se apagan completamente cuando en primer plano
aparece el aspecto subjetivo de evaluación. Eso pasa cuando, por
ejemplo, una palabra se usa como ofensiva: ¡Burro!, ¡Bandido!. Los
adjetivos que contienen en su significado un grado alto de intencidad
fácilmente se hacen puramente evaluativos.
En mayoría de los casos el significado evaluativo se vincula
implicativamente con el descriptivo correspondiente. En la lengua natural los
dos aspectos se combinan. La combinación se realiza así en la
semántica de las palabras evaluativas como en declaraciones que
contienen una evaluación, y precisamente en las declaraciones se
descubre una serie de rasgos de semántica evaluativa.
Los dos componentes de significado (descriptivo y evaluativo) se puede
distinguirlos describiendo la semántica de declaraciones y palabras
concretas. Por ejemplo, atento en la declaración Él es lector
atento signifíca "конецформыначалоформыcuidadoso,
escrupuloso", es componente descriptivo. Estas cualidades en "el
cuadro del mundo" se evaluan como "buenos" y, entonces la
declaración contiene también el componente evaluativo "es
bueno".
La correlación de la evaluación y descripción se
cambia según la posición sintáctica. La posición
típica donde se diferencian los sentidos descriptivo y evaluativo es la
predicativa. Para las palabras descriptivas que carecen de sentido calificativo
no es característica la posición predicativa: la ética
médica, pero esta ética es médica; el alumno ausente pero
este alumno está ausente. Al mismo tiempo en la posición
predicativa los sentidos evaluativos se inducen con ayuda de diferentes medios
(intensificadores, artículos, entonación exclamativa): Es un
hombre pero no Un hombre entró en la habitación. La
posición predicativa donde se actualiza la evaluación se opone a
las posiciones de identificación y clasificación.
Compárense: Es burro (no es cabra) - es identificación y Eres
burro es evaluación.
La diferencia entre los sentidos evalutivos y descriptivos se manifiesta
evidentemente en las estructuras que reflejan el movimiento por la escala
evaluativa. En primer lugar son construcciones con intensificadores: Esta casa
es enteramente de piedra o llegó con la nariz muy roja. La posibilidad
de combinarse con intensificadores señala del desplazamiento hacia el
sentido evaluativo.
Otro contexto típico para los sentidos evaluativos son
combinaciones con intencificación de veracidad del rasgo con adjetivos
"verdadero", "auténtico", "genuino":
"Es pintor" (clasificación), "Es pintor verdadero"
(evaluación con intencificación); "Es bandido"
(clasificación), "Es verdadero bandido"(evaluación con
intencificación). El sentido evaluativo se actualiza en declaraciones
expresivas con "qué": ¡Qué artista!,
¡qué inteligente!, ¡qué película
magnífica!.
Wolf subraya que se puede hablar sobre las declaraciones evaluativas
propiamente dichas sólo cuando la evaluación es el fin de la
comunicación. No obstante cualquier texto puede incluir evaluaciones que
forman partes de las estructuras descriptivas: Escuchaba con interés; Recibimos
un mensaje importante.
Frecuentemente la evaluación se situa en rema. El sentido
evaluativo lo pueden tener declaraciones puramente descriptivas si lo descrito
se puede evaluarlo como bueno o malo: El camino era pedregoso, avanzabamos a
duras penas.
El problema de correlación de lo descriptivo y lo evaluativo tiene
un aspecto más, es el de primacía de rasgos evaluativos y
descriptivos que en las teorías lógicas es disputible. Los rasgos
descriptivos aparecen primarios si se trata de conclusiones evaluativas.
Compárense la evaluación y su motivación: A mí me
gusta este libro porque es interesante y divertido pero no Este libro es
interesante y divertido porque me gusta.
4. La
evaluación comparativa de situaciones
La
evaluación es inseparable de la comparación. Nosotros dividimos
lo bueno de lo malo, lo delicioso lo contraponemos a lo desabrido, lo
inagradable a lo agradable.Cualquier tipo de comparación se basa en
disjunción que presupone incompatibilidad de unas situaciones, acciones,
modos de actuar, acontecimientos. La relación disjuntiva, es decir,
presencia de una opción dentro de una serie de alternativas, incita a
uno a hacer una comparación evaluativa. La evaluación comparativa
tiene forma de un razonamiento práctico (que no lleva a la
constatación de la verdad sino a la toma de decisión). Cada uno
lo usa en su vida. El razonamiento lógico es universal para toda la
gente y se basa en distracción del sujeto pensador. El razonamiento
práctico al revés no puede ser aislado de la estructura de la
personalidad, las finalidades que se propone, de la real situación de la
vida.
Las
alternativas se comparan desde el punto de vista de que es mejor y que es peor.
En realidad pocos tipos de acontecimientos de la esfera personal están
marcados con un signo axiológico resistente: "+" es lo con que
gente se felicita, "-" es lo que sirve motivo de compasión.
Sólo la necesidad de optar arrastra al campo axiológico los
acontecimientos neutros.
La
opción de una serie de caminos que se abren ante una persona está
modulada en juegos. Las reglas de juego presuponen multiplicidad de
posibilidades pero, como en la vida, juego permite la realización
sólo de una de ellas. Una jugada acertada o fallada presupone el
resultado del juego o su objetivo final que es ganancia o pérdida.
Mientras cada jugada de paso se elige de una serie de posibilidades la
alternativa final de juego o su resultado está formada por dos
situaciones opuestas. La opción de la jugada se basa en previsión
o cálculo; haciéndola la persona programa el futuro aunque el
futuro se forma no sólo por los factores conocidos para el jugador sino
también por acciones de las fuerzas desconocidas. Cada jugada significa
riesgo. Tomando una decisión el jugador siempre sopesa todos los pros y
los contras, considera todos los chances. A veces la vida la comparan con juego
aunque en realidad juego fue creado "a imagen y semejanza" de una
parte determinada de la vida.
La
comparación en axiologia está vinculada con tales nociones como
1) alternativa, es decir presencia de una serie de incompatibles acciones
permitidas; el mínimum de alternativa es oposición de
acción e inactividad; 2) comparación valorativa que toma en
considerasión la modalidad subjetiva del deseo y modalidades objetivas
de probabilidad y necesidad; 3) preferencia que se considera un tipo de estado
síquico (opción potencial), son, por ejemplo, preguntas de tipo:
"¿Qué prefieres, plátanos o naranjas?"; 4)
opción consciente es decisión que se considera como acto de
realización de preferencia.
La
confrontación evaluativa no es lo mismo que comparación. La
confrontación no constata la semejanza sino pesa y hace el resumen. Los
objetos de la comparación evaluativa pueden ser tanto cosas como sus
cualidades, situaciones, acontecimientos y estados. Pero cuando hablan de las
preferencias, no tienen en cuenta los objetos propiamente dichos sino sus
propiedades y las acciones que los incorporan. La afirmación "La
frambuesa es más sabrosa que la fresa" se refiere al sabor de la
frambuesa, es decir una cierta propiedad del objeto. Para conocer el sabor de
las bayas hace falta probarlas. Preferir frambuesa a fresa significa comerla
más gustosamente que la fresa y considerar la situación cuando
hay sólo frambuesa mejor que la situación cuando hay sólo
fresa.
Vamos a analizar
el refrán español "Más vale lo malo conocido que
lo bueno por conocer". Se puede parafrasearlo de tal modo: "lo malo
conocido es mejor que lo bueno desconocido". Este paráfrasis
descubre una estructura característica para la comparación
evaluativa: cada combinación de palabras representa una coyunción
de signos.
El complejo
semántico “bueno – malo” pertenece a las concepciones de
graduación, en la cual cada antónimo muestra la dirección
de la escala que se extiende a dos infinidades opuestas divididas por el eje de
simetría:
lo malo ß | à lo bueno
Los rasgos
marcados por los antónimos representan dos lados de una medalle. La
aumentación de un rasgo en la escala de lo bueno y lo malo se vuelve la
disminución del otro. Es decir las concepciones mejor y peor
están vinculadas por las relaciones de conversión. De este modo
el movimiento de cualquier punto por la escala puede ser denominado por dos
procedimientos: por la aumentación o por la disminución de un
rasgo. Tal estructura semántica es característica para los
adjetivos paramétricos grande – pequeño, alto – bajo.
Haciendo la
comparación evaluativa de diferentes situaciones su relación al
eje de simetría no se toma en consideración, tienen en cuenta
sólo su posición en la escala: el acontecimiento se considera
mejor si se encuentra más a la derecha de la escala. La
graduación de un complejo semántico se neutraliza por la
disjunción de la comparación. De este modo los comparativos mejor
y peor muestran la correlación de acontecimientos en la escala de lo
bueno y lo malo pero no implicican su posición por una u otra parte del
eje: mejor no quiere decir el grado comparativo del adjetivo bueno. Si uno, por
ejemplo, dice: “Es mejor quemar la mano que firmar este documento” eso no
sinifica que es aficionado a quemaduras. De misma manera el comparativo peor no
implicica que se trata de una situación negativa. Se puede decir:
“Está bien ser chófer, pero es peor que ser doctor” o
“Está mal ser doctor, pero es mejor que ser chófer”. La
preferencia determina la opción pero no tiene enlaces necesarios con las
nociones de lo bueno y lo malo.
Entonces, “ser
mejor” es un concepto compatible con “ser mal”. Se puede ser peor sin cesar de
ser bueno. Y aun más se puede ser el mejor sin ser bueno. Cuando en una
tienda el dependiente le dice que se han quedado sólo las
mercancías defectuosas, Usted elige el ejemplar mejor del número de
los peores. La noción “bueno” se determina por la relación a la
norma, las nociones “mejor” y “el mejor” por la presencia, por el surtido real.
El positivo establece una relación del objeto al contraste,
miéntras el comparativo establece la relación entre los objetos
reales en la cual la noción del estándard puede ser eliminada. Un
razonamiento práctico que está orientado a aclarar lo que
está mejor tienw lugar en una situación real (no en la
situación normativa). Bueno siempre es bueno, pero lo mejor puede ser mal.
Se hace bueno en proceso de perfección (no degradación). En los
“Diálogos” de Platón Kebet pregunta a Sokrat: “¿Si algo se
hace peor no es de lo mejor?”. Y Sokrat contesta: “Claro que sí”. Las
dos palabras evaluativas tienen forma del grado comparativo. Efectivamente
“peor” deriva de algo mejor, pero no obligatoriamente de “bueno”.
Las parejas de
antónimos que se refieren a las características síquicas
de una persona (tonto – inteligente, cobarde – valiente, avaro – generoso) son
asimétricas ya que el comparativo del segundo miembro tiene el
significado relativo es decir da un parámetro correspondiente, y el
comparativo del primer miembro tiene significado absoluto. Se puede decir “
Pedro es tonto (cobarde, avaro), pero es más inteligente (más
valiente, más generoso) que Juan”. Pero no se dice “Pedro es inteligente
pero más tonto que Juan”. Las formas “más inteligente”,
“más generoso”, “más valiente” determinan relación en
cualquier parte de la escala, miéntras las formas “más tonto”,
“más cobarde”, “más avaro” determinan ralación sólo
en límites de la tontería, cobardía y avaricia
conformemente.
Paralelo al
significado relativo propiamente dicho, las palabras mejor y peor pueden
señalar la relación entre los acontecimientos en límites
de lo bueno y lo malo, es decir, pueden guardar enlace con predicados
iniciales. Cuando las condiciones contextuales dejan de mostrar la
relación del comparativo con el eje de simetría la
característica axiológica de las situaciones comparadas se hace
impoisible. Compárense: Se hizo peor que antes y Se hizo mejor que
antes. De estas declaraciones no se puede hacer conclusiones sobre la
evaluación general de los estados comparados. Así pues el
significado de los comparativos de la evaluación general tiene el
fundamento relativo.
Ninguno de los
sinónimos de las palabras de evaluación general bueno y malo
forma el complejo íntegro de graduación. Son así llamados
“señeros escalares” dentro de los cuales no existe la relación de
conversión. Por eso el grado comparativo de las palabras maravilloso,
excelente, magnífico no pueden tener matiz negativo. No se puede decir
menos maravilloso, menos excelente o menos magnífico, aunque la variante
más maravilloso, más excelente, más magnífico puede
ser usada.
La pareja fija de
antónimos bonito – feo que expresa la evaluación parcial
(estética) tampoco forma un complejo de escala ya que ser menos bonito
no significa ser más feo como más feo no sinifica ser menos
bonito. La conversión de más bonito es menos bonito y la de
más feo es menos feo.
Los datos
expuestos más arriba evidencian que entre las palabras de
evaluación general la pareja “bueno – malo” tiene el lugar especial.
Estas palabras denotan el parametro axiológico del objeto,
miéntras sus sinónimos no pertenecen al grupo de palabras
paramétricas; estas palabras no se agrupan en parejas que pueden ser
consideradas microsistemas. Los grados expresadas por ellas se refiéren
más a las emociones humanas que a los rasgos de un objeto.
Haciendo
confrontación de los acontecimientos en primer lugar se presta atención
a las oraciones en las cuales los comparativos (de modo mejor o peor) juntan
las preposiciones o sus equivalentes. De este modo los comparativos
desempeñan el papel de la cópula preposicional que se junta a la
palara evaluativa en función de operador modal o sea el predicado. La
transformación del predicado en la cópula preposicional es la
consecuencia de la transaformación en el grado comparativo que descubre
la segunda valencia sintáctica del predicado: Está bien ser feliz
(Ser feliz está bien) à Es mejor ser feliz que rico (Ser
feliz es mejor que ser rico).
La
autonomía relativa semántica de preposiciones es el rasgo de la cópula
axiológica preposicional: Es mejor estudiar que ir al concierto. Este
rasgo aclara que no cada combinación de la evaluavión general con
significado preposicional corresponde a la función del operador modal.
En las oraciones de tipo Está bien bañarse en el mar, Está
bien trabajar en el campo no está expresada la evaluación general
sino la parcial (de sensor). La palabra “bien” aquí corresponde a tales
nociones como “alegre”, “agradable”; “mal” tiene significado de “triste”,
“inagradable” etc. Estas voces denotan estado físico o síquico de
una persona como rewsultado de alguna acción o proceso. La palabra
evaluativa “bien” puede usarse también en el grado comparativo pero no
en función de cópula preposicional propiamente dicha. Se puede
decir Está bien bañarse en el río pero está mejor
bañarse en el mar; Es mejor (más agradable) bañarse en el
mar que en el río. Pero si las valencias del comparativo se sustituyen
por preposiciones heterogéneas su sinificado se cambia. En las oraciones
Es mejor bañarse en el mar que jugar al fútbol; Es mejor
bañarse que no bañarse el comparativo no expresa la
evaluación de sensor sino muestra la preferencia de pasatiempo. El
significado sensor que tiene la palabra “bien” en general rara vez pasa al
comparativo.
Para ver
más claramente la diferencia entre operador modal y categoría de
estado será barstante comparar las oraciones: 1) Está bien ir a
bosque para recoger setas y 2) Será bien ir al bosque para recoger setas
ahora. La primera oración puede estimular la réplica: “Y
aún mejor está recoger flores”, miéntras la segunda puede
provocar la contrapropuesta: “Pero será mejor ir a la playa”. Aunque en
ambas oraciones bien forma el fundamento predicativo de la oración, la
diferencia funcional entre las palabras evaluativas se manifiesta en lo que en
el primer caso bien lleva el acento lógico y en el segundo se distingue
la preposición (la construcción con infinitivo) o uno de sus
miembros. La palabra evaluativa no se acentúa y hasta puede ser omitida:
Sería bien ir al bosque àIría al bosque. Como
consecuencia de eso el infinitivo que adquiere significado de deseablidad se
hace base gramática de la oración. La diferencia entre el
significado sensor y el de evaluación general de la palabra “bien” se
revela en elección del infinitivo. El “bien” sensor se combina con
infinitivo imperfecto de acción o estado procesual, mientras el operador
axiológico de la oración 2 se combina con el verbo perfecto de la
acción futura. El infinitivo en 1 puede ser sustituído por la
oración subordinada de tiempo (Está bien cuando vas a bosque para
recoger setas) y el en 2 puede ser sustituído por la oración
subordinada de condición (Sería bien si fueramos al bosque). La
cópula preposicional pasa a “bien” en 2: Es mejor ir a bañarse en
el río que ir al bosque. La transformación del operador modal en
cópula preposaicional lleva consaigo los cambios de significado
esenciales que se expresan en la relativización de su significado. La
indicación a la relación de cada uno de los acontecimientos
evaluados al eje que divide loi bueno de lo malo se sustituye por la
indicación a su localización en la escala axiológica.
La palabra de la
evaluación general “bien” tiene una serie de sinónimos
(excelente, maravilloso, magnífico). Pero no siempre estas palabras
pueden sustituir la palabra “bien” en función de operador
axiológico. Así, por ejemplo, se puede decir Sería bien
(excelente, magnífico, maravilloso) ir al bosque. Pero el comparativo de
la palabra “bien” – “mejor” no puede ser sustituída por ninguno de los
sinónimos.
Entonces el
comparativo evaluativo expresa la función de cópula
preposicional. La relación de preferencia no es reflexiva (no se puede
preferir una situación a ella misma), es asimétrica y la
preferencia se realiza consecutiva y transitivamente (si A es mejor que B, B es
mejor que C, entonces A es mejor que C). Pero esta relación tiene
posibilidades de conversión limitadas. Los comparativos “mejor” y “peor”
pueden ser considerados conversivos sólo en límites del sistema
léxico del idioma pero en el habla. De primera vista se puede descubrir
diferencias en sudistribución. Se puede decir Es mejor ser feliz que
rico pero no se dice Es peor ser rico que feliz. Se puede decir Mejor que lo
hagas tú que yo, pero no Peor que lo haga yo que tú.
La
conversión presupuesta de relacines no se realiza cuando se trata de
comparativos de evaluación general dándose la circunstancia de
que el número de las palabras con las cuales se combina la voz “mejor”
supera mucho el número de vocablos que pueden ser combinados con la
palabra “peor”. La asimetría del uso de “mejor” y “peor” es la
consecuencia de adentrar la comparación axiológica en el
mencionado más arriba contexto pragmático, en particular de nexos
con alternativa y opción que puede ser marcado por el comparativo
“mejor”, pero no “peor”. El “mejor” tiene matiz didáctico positivo. El
pone en foco lo que hace falta preferir pero no lo que sea mejor evitar. Las
prescripciones son opuestas a las prohibiciones. Prohibición no
presupone alternativa. Aquí lo malo se opone a ausencia de lo malo.
Recomendación por lo contrario da una instucción positiva. La
confrontación evaluativa es prescripción en condicines de
alternativa. Se refiera a las situaciones en las cuales prescripción no
es obligatoria y da a uno libertad de optar.
La parte positiva
de la confrontación evaluativa forma rema de la oración y al
mismo tiempo ocupa la posicón inicial. Eso puedse ser explicado por
imaginar la recomendación como respuesta a la petición de
consejo. La respuesta se puede iniciarla con lo que es mejor. En general se
puede limitarla sólo con la parte positiva, pero la circunstancia que en
el texto de juicios generales no figura la pregunta nos hace expliciar ambos
términos de comparación , ambas alternativas. Ahora se hace
más claro porque la parte negativa de una recomendación no puede
ser rewma de la oración ya que la presupuesta pregunta se basa en lo que
es mejor no peor. No está en nuestras intenciones obrar como es peor.
Entonces el
comparativo “mejor” tiende a la posición inicial. En serie de casos esta
posición es optimal o fija en otros casos es arbitraria. En la
posición inicial “mejor” es el signo de preferencia, opción o
causación de una opción (acción, consejo). Para el “mejor”
inicial (que en español va acompañado por el verbo copulativo
ser) son característicos los siguientes contextos. 1. Combinación
con ininitivo: Es mejor pensar antes que obrar. El comparativo guarda la
función de la base predicativa de la oración y puede tener forma
de potencial simple o futuro de indicativo: Sería mejor no enterarse en
la cosa. Será mejor estudiar más. El infinitivo puede ser
sustituído por la oración subordinada de condición:
Sería mejor si lo hagas tú. Cuando se trata de acciones pasadas
la oración pierde su simería geométrica puesto que lo real
se compara con lo irreal a que se da preferencia. La declaración expresa
desaprobación o lástima causado por la opción incorrecta.
2. Combinación con la forma personal del verbo en futuro: Mejor
iré yo que tú. 3. Combinación con imperativo: Mejor vete a
casa que estar aquí. En uso del segundo y tercer tipos “mejor” se
disminuye su papel de de base predicativa de la oración y función
de cópula predicativa. La palabra “mejor” puede intoducirse en medio de
la oración pero no puede encontrarse entre dos preposiciones: Mejor
iré solo que con ella. Iré mejor solo que con ella. Pero no
Iré solo mejor que con ella. El comparativo “mejor” adquiere la
autonomía restringuida por límites de la primera parte de la
oración. Dicconarios cualifican el “mejor” autónomo como adverbio
que sirve para intensificar la exhortación, petición o impulso.
Designando la
idea de opción claro que el comparativo “mejor” se combina con el futuro
e imperativo. Pero también puede combinarse con el pasado irreal
dándose la circunstancia de que no se une con el tiempo pasado del
indicativo. Es imposible decir Mejor lo hice yo que (lo hicieras) tú.
Pero es admisible la variante Mejor lo hiciera yo que tú.
De esta manera el
“mejor” inicial se usa en unas situaciones determinadas. Puede combinarse con
infinitivo, futuro y subjuntivo que se refieren al futuro o al pasado.
Cuando se trata
de toma de decisión la noción del subjeto de preferencia puede
combinar en sí la indicación al subjeto de opinión o
subjeto de la acción. Tal unidad es natural ya que un hombre siempre
trata obrar del modo mejor. No obstante en las oraciones de preferencia el
significdo de subjeto del juicio predomina. Puede tratarse sólo de una
acción potencial, de un proyecto pero no del cumplimiento. Eso
diferencia el uso del comparativo “mejor” del positivo “bien”. Se puede decir
Está bien que he llegado, pero no se dice Es mejor que he llegado que si
no haya llegado. Aún más, “bien” con preponderancia expresa
postevaluación y el “mejor” suele expresar la preevaluación. El
positivo “bien” tiende a la retrospección mientras el comparativo
“mejor” tiende a la prospección. El primero se refiere al pasado y el
segundo al futuro. En este sentido el uso de “bien” y “mejor” no se
correlaciona.
En la
posición intermedia “mejor” se usa en los juicios que establecen una
jerarquía de valores: Felicidad es mejor que riqueza, mientras localización
del comparativo en inicio de la oración implicica una
recomendación: Es mejor que seas pobre y honrado que un ladrón
rico.
La palabra “peor”
en la posición inicial se usa en forma de expresiones “Lo peor es
que...” o “No hay nada peor que” a las cuales siguen términos de
comparación puesto que se trata del superlativo: No hay nada peor de que
hayamos tardado. Lo peor es que siempre vengo tarde. Tal empleo del “peor”
corresponde al superlativo “Lo mejor es que”, “No hay nada mejor que”: No hay
nada mejor que tomar baños de sol en las playas de España. Lo
mejor es que me guste mi trabajo.
Las oraciones con
la posición inicial fija que señala del signigicado de
preferencia no se convierten. Es lógica la ausencia del antónimo
del verbo “preferir” que no sea su conversivo ya que “impreferencia” de un
término de relaciones se vuelve la preferencia del otro.
El comparativo
“peor” no se combina con imperativo ni con las formas personales del verbo. Es
incompatible con consejos o recomendaciones pero puede formar parte de una
declaración-advertencia: Se hará peor si no visites al doctor.
Con más
frecuencia “peor” en la posición intrermedia se emplea en los juicios
generales que consisten de dos sustantivos o de dos infinitivos: Vino es peor
que agua. Tal vida es peor que muerte. Trabajar es peor que descansar.
Pero en los
juicios generales el empleo del comparativo “mejor” tiene gran preeminencia
ante el uso de la voz “peor”. Eso se puede explicarlo por la tendencia de
muchos juicios a rectificación de costumbres y caracteres.
De este modo,
aunque en la vida lo malo es mucho más multifacético,
correspondiendo a las posibilidades ilimitadas de desviarse de la norma, en el
habla el uso del comparativo optimístico “mejor” supera mucho el uso del
comparativo “peor”. Eso se explica por los esfuerzos de hombres de tener la
vida sabia y virtuosa y poner a los demás en el camino de la verdad. En
resumen los nexos sistemáticos de las palabras “bien” y “mejor” por una
parte y “mal” y “peor” por otra parte que se sienten no sólo por los
gramatistas sino también por los hablantes de la lengua no determinan
nada el uso real de estos vocablos. Lo último se somete a los factores
de la vida.
Analizando
formas de la comparación axiológica hace falta poner de relieve
sus funciones comunicativas.
La
evaluación puede referirse a los acontecimientos pasados, al futuro y a
las situaciones abstractas.
La
evaluación comparativa de lo pasado o de lo existente ya no puede tener
fuerza comunicativa que actuve activamente. No obstante está vinculada
con determinadas situaciones e impulsos sicológicos. Son por ejemplo el
deseo de entender las leyes de la vida (Con todo y con eso es mejor solucionar
problemas de una tirada que vacilar), aprender en sus propias faltas (Mejor
selo diría todo), consolarse (Pudiera resultar mucho peor),
sensación de desgracias extremas (¡No hay nada peor!), deseo de
superar todas las dificultades o extraer fuerza de la debilidad (¡No es
lo peor que pueda pasar en la vida!) o lástima de las posibilidades
perdidas (Habría sido mejor si lo hubiera llamado), justificación
(¿Por qué has mentido? - ¿Crees que sería mejor afligir a los padres?).
Cuando se
trata de las acciones futuras en primer plano se pone el comparativo
"mejor" que contiene en sí la idea de preferencia y de las
derivadas intenciones o consejos. El comparativo positivo se usa en el habla
prescriptivo que no consigue la fuerza de un mandato, es decir, deja al hablante
la libertad real o imaginaria de decisión. Aquí "mejor"
adquiere determinada autonomía sintáctica (Mejor
callarías. Mejor no lo hagas).
Paralelo al
uso de la comparación evaluativa en las situaciones concretas (pasadas o
futuras) se emplea también para expresar juicios generales sobre la
jerarquía de valores: "Mejor infierno contigo que paraíso
sin tí".
Existe
también la categoría de oraciones el significado de las cuales
consiste en caracterización (a veces figurada) de un acontecimiento.
Tales oraciones tratan de la opción imaginaria, irreal. Para representar
imposibilidad de algún rumbo de desarrollo de acontecimientos el
hablante informa sobre la preferencia de algo malo extremo: Para mi
sería mejor matar al agraviador que soportar sus ofensas.
En oraciones
de este tipo el acontecimiento caracterizado (el tema de lo comunicado) se
figura como rechazado. La situación preferida se elige según el
indicio de su negatividad extrema. Aquí domina el principio de "
preferencia perversa". Aunque la perversión se queda sólo verbal.
En las oraciones de "preferencia perversa" se realiza comparación
de situaciones. Por su significado son análogas a las comparaciones
propiamente dichas: Es mejor comer pan y cebolla que vivir con la mujer mala.
Si una mujer pariría sólo serpientes venenosas fuera mejor que si
daría a luz hijos ingratos.
A medida que
la comparación evaluativa sustituye a la figurada en la posición
de lo preferido se encuentra en vez de la situación evidente conveniente
sino algo completamente malo. Se hace trivial la formula "mejor
morir": Mejor morir que casarme con él. Mejor morir que vivir
así.
La parte
práctica: léxico de evaluación subjetiva en las obras del
Siglo de Oro
Las obras de la
literatura española del Siglo del Oro abundan de léxico de
evaluación subjetiva. Son, en primer lugar, las obras prosaicas de
Cervantes, Quevedo y Gracián y las de teatro español representado
por Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y otros. Los
ejemplos del léxico de valor evaluativo se puede encontrar
también en la poesía de
Góngora, Quevedo y Lope de Vega aunque su número cede ante el que
observamos en las novelas y piezas de teatro.
Lo subjetivo se
manifiesta a través del uso de tropos, palabras con el matiz evaluativo
“bien”, “mal” y sus derivados “bueno”, “malo”, “mejor”, “peor”, palabras
“más”, “menos”, adjetivos, incluyendo los usados en grado comparativo y
superlativo, verbos “parecer”, “tener por”, “creer” y otros.
La
subjetividad aparece en cualquier conversación cuando se chocan dos
opiniones:
-
Ésta
debe de ser, sin duda, la gitanilla hermosa que dicen que anda por Madrid.
-
Ella es –
replicó Andrés - , y sin duda es la más hermosa criatura
que se ha visto.
-
Así
lo dicen – dijo Preciosa, que lo oyó todo en entrando - ; pero en verdad
que se deben de engañar en la mitad del justo precio. Bonita, bien creo
que lo soy; pero tan hermosa como dicen, ni por pienso.
-
¡Por
vida de don Juanico, mi hijo – dijo el anciano – que aún sois más
hermosa de lo que dicen.
Como
mencionamos más arriba la evaluación es inseparable de la
comparación. Nosotros dividimos lo bueno de lo malo, lo delicioso lo
contraponemos a lo desabrido, lo inagradable a lo agradable. Los objetos de la
comparación evaluativa pueden ser tanto cosas como sus cualidades,
situaciones, acontecimientos y estados: También puede ser loco bien
vestido como mal vestido. Cuando tronaba temblaba como un azogado y se
salía al campo. ¿Qué me queréis, muchachos
porfiados como moscas, sucios como chinches, atrevidos como pulgas?
Decía que las lenguas de los murmuradores eran como las plumas del
águila. El infante es como oro. “Maestro, siéntese aquí,
maestro, pásese allí, echaos acá, pasaos acullá”,
así lo haré como el más doméstico y enseñado
perro que salta por el rey de Francia. La alzaron en peso, como a
catedrático. Después que le unté, ronca como un animal.
Determino de jurar como católico y buen varón. Somos doncellas
como las madres nos parieron. Quien ha visto banda de palomas estar comiendo en
el campo sin miedo lo que ajenas manos sembraron, que al furioso
estrépito de disparada escopeta se azora y levanta, y olvidada del
pasto, confusa y atónita cruza por aires, tal se imagine que
quedó la banda y corro de las bailadoras, pasmadas y temerosas, oyendo
la no esperada nueva que Guiomar había traído. No hay
águila ni ninguna otra ave de rapiña, que más presto se
abalance a la presa que se le ofrece que nosotros nos abalanzamos a las
ocasiones que algún interés nos señalen.
Observamos que los
medios léxicos de comparación son muchísimos. Entre los
más usados se puede nombrar tales elementos como “más”, “menos”,
“tan” y las conjunciones “que” y “como”: “Y sacó de la faltriquera tres
reales de a ocho, que repartió entre las tres gitanas, con que quedaron más
alegres y más satisfechas que suele quedarse el autor de
comedias, cuando ben competencia de otro, le selen rotular por las esquinas:
“Víctor, Víctor”. Y fui el que, como el gusano de
seda, me fabriqué la casa donde muriese. Lo quiro más que
a las telas de mi corazón. La ciudad tiene casas engastadas, como
diamantes en oro. Como por las uñas del león se viene en
conocimiento de su grandeza y ferocidad. Más quiero ir suelto que
obligado. Una bala de un francés tendré por menos agravios
que escuchar de vuestros labios, "No pongáis aquí los
pies".
Conciencia tan
escrupulosa más es de religioso que de soldado. Eres
paloma sin hiel, pero a veces eres brava como leona de Orán o como
tigre de Ocaña. ¡ Si viese un hombre venir un león,
¿ no es más cordura darle la espalda segura que no
quererle seguir? Que los ojos del pavón no se igualan a mis celos, ni
las luces de los cielos como mis cuidados son. No hay cosa que más me
venza que una honrada cortesía. No he visto cosa más rara que
las décimas que dijo con tales afectos Arias. Volvió como
atontado.
Otro medio que se
encuentra en las obras analizadas es el uso del adverbio “antes”: Antes
pienso irme con ella (virginidad) a la sepultura y quizá al Cielo, que
ponerla en peligro que quimeras y fantasías soñadas la embistan y
manoseen. Antes yo sería casada con una sotomía de muerte
que contigo.
Eres antes
ángel que gitana.
El mismo
significado adquiere en las oraciones comparativas el numeral “primero”: Primero
me vea yo comidade adivas estas carnes, que me ha parado de la manera que ahora
veréis. El músico primero murmura que canta.
A menudo la
comparación se realiza a través del empleo de las formas
“mejor”(de “bueno”) y “mayor”(de “grande”) : Cuando hay un toro furioso y sin
resistencia humana, ¿ no es mejor una ventana que espada y capa
en el coso? Cuando un juez está airado, ¿ no es mejor
estar seguro por el extranjero muro o por el propio sagrado? Cuando hay un
pleito que en él se pueden dos concertar, ¿ no es mejor
que no aguardar una sentencia cruel? Mejor
debo de ser imaginado. La presentó a la dueña que la recibió con mayor
alegría del mundo. Por mayor ventura tengo ser honesta que
hermosa.
Los adverbios
“bien” y “mal” se usan con preponderancia en las declaraciones que expresan
actitud del hablante hacia algún hecho, acción o juicio: Muy bien
habéis hecho en empedrarla, porque se pueda pasear.No es bien que quede
asentado debajo de signo de escribano. Muy bien harás, hija, y mira no
seas miserable. Bien dice la madre Pipota. ¡Qué bien está
en la cuenta el señor! Él hizo bien a darse prisa a morir antes
que el verdugo se sentara sobre él. Bien y rebién ha dicho
señora Marialonso. Bien me parece eso (Cervantes).
DAMA2: ¡Qué bien
Amarilis habla!
DAMA1: ¡Qué bien se
viste y se toca!(Lope de Vega).
El adverbio
“mal” se usa en el contexto parecido: Mal hiciste, amigo Carrizales, al
ocultarlo. ¡Mal año para piñones mondados que más
blancos ni más lindos sean!
También
“bien” y “mal” aparecen antipuestos a los participios: bien vestido, mal
educado, bien dicho, mal tratado.
Además, la
palabra “bien” figura en significado de “muy” o “completamente”: Bien seguro
estoy, padres y señores míos, que no será menester traeros
testigos para que me creáis(Cervantes).
Muy a menudo para
evaluar un hecho o una persona se usan también los adjetivos “bueno” y
“malo”: buenas gentes, buenos mancebos, muchachos de buena gracia, buen
consejo, buenas intenciones, dueña mala, tierra mala.
Él es tan bueno
que no reparará en juramentos. ¡Buena comedia! Del infinito
número de poetas que había, eran tan pocos los buenos, que
casi no hacían número. Ningún camino hay malo como
se acabe, si no es el que va a la horca. Los escribanos han de ser libres y no
esclavos, no bastardos ni de ninguna mala raza nacidos. Son de buena
vida y fama temerosos de Dios y de sus conciencias;
- ¿Tan malo
es ser poeta? – replicó Preciosa.
- No es malo
– dijo el paje – pero el ser poeta a solas no tengo por muy bueno(Cervantes).
A menudo el
adjetivo “bueno”, situándose en anteposición del sustantivo de
género masculino, se encuentra también en su forma reducida
“buen”:
MARTÍN:
(Aparte a JUAN.) ¡Buen mozo!
JUAN: (Aparte a MARTÍN.)
¡Buen talle! (Lope de Vega)
Cuando una
declaración presupone la confrontación evaluativa muy
frecuentamente se realiza a través del uso del comparativo “mejor” y su
oposición axiológica “peor”. “Mejor” tiene matiz didáctico
positivo, y “peor” conformemente lo tiene negativo. Compárense: Es la mejor
posada en toda Valencia. Aun si quisieras no encontrarías nada peor.
Observamos que el
comparativo “mejor” se emplea para evaluar tanto los hechos como los objetos:
Yo le respondí que mejor fuera haberla dado de manera que les quitara de
aquel trabajo, pues con esto le tuvieran a él por juez recto y acertado.
Preguntóle uno cuál era la mejor tierra. No pregunto eso sino que
cuál es mejor lugar: Valladolid o Madrid. Mejor fuera que se la hubiera
comido, si acaso es celosa.
Cuando se trata
de confrontación evaluativa la oración puede desplegarse
según el modelo: “por... estimamos...”: Por dorados techos y suntuosos
palacios estimamos estas barracas y movibles ranchos; por cuadros viejos de
Flandes, los que de la Naturaleza en estos levantados riscos y nevadas
peñas, tendidos prados y espesos bosques que a cada paso a los ojos se
nos muestran.
Además de
“bueno” y “malo” lo subjetivo puede ser expresado también por otros
adjetivos. Desde punto de vista de la estilística la mayoría de
estos son epítetos. Los epítetos sobran en todas las obras analizadas
tanto prosaicas como poéticas: aceda respuesta, fines y famosos campos,
día caluroso, maravillosa abundancia, magnífica grandeza,
verdaderos amigos, cachas amarillas, amargas y piadosas lágrimas,
discretas razones, infinitos besos, gran pecado, agradable condición,
arriero enojado, naipes falsos, estancia oscura, luz escasa, sustos demasiados,
buen consejo, las esperanzas más secas, rostro descolorido, rica joya,
honestidad hermosa, dulce nombre, fuego vivo, afeitado rostro, señales
claras, casa llana, brazos abiertos, grande regocijo, inllevable trabajo,
papeles mugrientos y medio rotos, valle pequeño,verdaderas maravillas,
viuda rica, espiritillo fantástico, oficio muy peligroso, dulces
días, armas invencibles, gitano caritativo, camisa ancha, cielo abierto,
podereosa fuerza, susto mortal, amores agudos, noche fría, luces bellos,
costales pequeños, limpios o nuevos.
Los
epítetos pueden anteponer al sustantivo (abatido oficio, divino ingenio,
libre y ancha vida, gran poeta, adolorido estudiante, tierno amante, largo
camino, rústico y disforme bárbaro, buenos mancebos, profunda y
larga reverencia, provechoso documento, famosas aceitunas, virtuosa
compañía, buena plática, marítima casa,grandes
pecados, notable habilidad, rubios cabellos, espléndida comida, breve
discurso, fresco río, apacibles calles, diversas tierras, largas
peregrinaciones, negro viejo, liberal yerno, sagaz perturbador, ligero
sueño, pesado sueño, solemne juramento, amarga vista, maldita
dueña, dulce enemiga, sosegada voz, pestífera dueña,
grandes gritos, atrevidos pretendientes, noble cabeza, rigurosa sentencio) y
postponerlo (hombres muy honrados, voz sútil y quebradija, muchacho
hábil, imagen devota, ojos hundidos, zapatos anchos, espada corta, las
manos cortas, los dedos gordos, las uñas hembras y remachadas, los pies
descomunales, hábito honroso, mancebo flaco, criada fiel, hombre
desalmado, obra digna, buenas gentes, famosas aceitunas, un religioso muy
gordo, caballero calificado y generoso, oficio libre, agua bendita, hombre
digno, oficial famoso, hombre atrevido, presencia agradable, voz hueca y
espantosa, labrador pobre, cosas gustosas, cántaro desbocado, sala baja,
arca grande, amos corteses y liberales, hombres discretos, amigo triste, hombre
tierno, viento blando y próspero, pasajero pensativo, fuego lento,
padres nobles, esclavas blancas, condición llana by agradable, gente
baldía, atildada y meliflua, sones alegres y regocijados, silencio
extraño, determinación honrosa, cristianos viejos, caballero
mentiroso.
Para dar un ejemplo
citaremos la descripción de Roma hecha por Quevedo: despedazados
mármoles, medias y enteras estatuas, rotos arcos y derribadas termas,
magníficos pórticos y anfiteatros grandes, famoso y santo
río, que siempre llena sus márgenes de agua y las beatifica con
las infinitas reliquias de cuerpos mártires que en ellas tuvieron
sepultura.
Cabe mencionar
que no sólo adjetivos pueden usarse como epítetos sino
también sustantivos y participios: muchachos de buena gracia, pero
descosidos, rotos y maltratados; pie de nieve y de marfil, llenos de color
labios.
Gran
número de epítetos encontramos usados en descripciones de la
belleza de la mujer: blanca paloma, preciosa perla, dulce regalo mío,
corona del donaire, honor del brío, bella gitana, frescor de la
mañana, céfiro blando en el ardiente estío; rayo con que
Amor ciego convierte el pecho más de nieve a fuego; fuerza que
así lo hace, que blandamente mata y satisface.
Podemos ver que
en las obras del Siglo de Oro las mujeres se idealizan: tenían los
cabellos de oro, la frente de plata bruñida, los ojos de verdes
esmeraldas, los dientes de marfil, los labios de coral y la garganta de cristal
transparente, y que lo que lloraban eran líquidas perlas; y más,
que lo que sus plantas pisaban, por dura y estéril tierra que fuese, al
momento producía jasmines y rosas; y que su aliento era de puro
ámbar, almizcle y alalia; y que todas estas cosas eran señales y
muestras de su mucha riqueza.
De la
protagonista de la novela de Cervantes “Gitanilla” Preciosa se dice que es la
más hermosa y discreta que pudiera hallarse, no entre los gitanos, sino
entre cuantas hermosas y discretas pudiera pregonar la fama... Ni los soles, ni
los aires, ni todas las inclemencias del cielo, a quien más que otras
gentes están sujetos los gitanos, pudieron deslustrar su rostro ni
curtir las manos. La llaman “niña de oro, y niña de plata, y
niña de perlas, y niña de carbúnculos, y niña del
cielo”. De Constanza, otra heroína cervantina se cuenta que es dura como
un mármol, y zahareña como villana de Sayago, y áspera
como una ortiga; pero tiene una cara de pascua y un rostro de buen año:
en una mejilla tiene el sol, y en la otra la luna; la una es hecha de rosas, y
la otra, de claveles, y en entrambas hay azucenas y jazmines.
En la pieza de
Lope de Vega “¡Ay, Verdades que en el amor...!” Juan describe a Celia
como la bizarra mujer, la ninfa de Madrid, la dulce señora “de ojos bellos
que en ellos copió su misma hermosura”, que tiene “dientes como perlas y
labios como corales”. De ella dice: “Es mi señora muy linda para que tú la
desprecies; muy rica para buscarte, muy noble para quererte”.
Como se conoce
los adjetivos en español tienen grados de comparación: el grado
comparativo y el grado superlativo. Los adjetivos usados en los grados de
comparación siempre dan a los juicios un matiz subjetivo. De ejemplo del
uso de los adjetivos en grado comparativo podemos citar tales oraciones: No hay
gente más dañosa a la república que ellos.
Acordó de buscar otros modos a su parecer más eficaces y
bastantes para salir con el cumplimiento de sus ordenes. Llegó a
Amberes, ciudad más maravillosa que las que había visto en
Italia. Con esta dádiva quedaron más blandos que unas
martas. Yo abrazado de la mujer más tibia que ha tenido amor
entre los hielos del olvido.
El grado superlativo
de adjetivos se expresa a través de adición de “el más” o
“la más” o de sufijos -ísimo, -ísima. Por ejemplo: Mozos
sois vosotros de la más ruin canalla que sustenta la tierra. Los
muchachos, que son la más traviesa generación del mundo...
Era el más celoso hombre del mundo. Y en el pajar se enterraba
hasta la garganta, diciendo que aquella era la más propia y
más segura cama que podían tener hombres de vidrio. Era el
hombre más cuerdo del mundo. Vio el árbol preciosísimo.
Obra digna del altísimo y profundísimo ingenio.
Selo puso en las manos de la devotísima vieja. Daremos luego
noticia a esta felicísima y abogada confraternidad. Todas eran
damas riquísimas en extremo. Arrimóse un día con grandísimo
tiento....todo lo cual era de grandísima satisfacción para
el celoso marido. Os hago de saber que tengo grandísima gracia de
enseñar. Quedó contentísimo el negro. Son tales que
no hacen otro mal ni daño si no es provocarle a sueño pesadísimo.
Si me dan cuatro cuartos, les contaré un romance lindísimo
en extremo... Se fue contentísimo; hasta los gitanos le quedaron aficionadísimos...
Puesto que hermosísima era la doncella.... cosas que ellos
tuvieron por merced señaladísima... La vieja sacó
tres hogazas blanquísimas de Gandul. Llegaron a la hermosa y bellisima
ciudad de Génova. Pesar grandísimo. Respondió
espontáneamente con grandísima agudeza de ingenio.
Dejó fama en su muerte de prudente y valentísimo soldado.
“más”,
además de los casos mencionados más arriba, se usa también
conservando su valor evaluativo con otras partes de la oración (sustantivos, verbos): Él
atendía más a sus libros que a otros pasatiempos. Más
vinos nombró el huesped, y más le dio que pudo tener en
sus bodegas el mismo Baco. Callaremos más que si fuésemos
mudas. Era la que con más ahínco mostraba desear su
entrada. Carrizales duerme más que un muerto. Había dado
al mundo más de lo que debía. A todos les respondió
con más entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne.
Muy
frecuentemente los nombres adjetivos van acompañados por los
intensificador “tan”: Otro día volvería con su manada a dar
contento a aquellos tan liberales señores. No somos tan
ignorantes. Nunca inventaron mejor genero de música, tan
fácil de aprender, tan mañera de tocar, tan sin
trastes, clavijas ni cuerdas, y tan sin necesidad de templarse. La cara
la tenía tan pequeña, que era imposible de toda
imposibilidad caber en ella cuchillada de catorce puntos. Le sobresaltaba un tan
gran miedo, que así se le desperetaba y deshacía como hace a la
niebla el viento. Vivía en ella la gente tan perniciosa y tan
bcontraria a la misma Naturaleza. Fue el viaje tan próspero, que sin
recibir algún revés ni contraste llegaron al puerto de Cartagena.
Propuso en sí de aconsejar a su compañero no durasen mucho en
aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta y tan
libre y disoluta. Le vieron en tan diferente hábito...
Viéndose tan falto de dineros se acogió al remedio a que
otros muchos perdidos se acogen. Hasta ahora no he sido tan necio ni tan venturoso. No he sido tan
necio que diese un poeta malo, ni tan venturoso que haya merecido serlo
bueno. Del infinito número de poetas que había, eran tan
pocos los buenos, que casi no hacían número. Era tan de
mañana, que apenas tuviese la luz lugar de verlas. No se vio monasterio tan
cerrado, ni monjas más recogidas, ni manzanas de oro tan
guardadas. Se puso unos vestidos tan rotos y remendados que
ningún pobre en toda la ciudad los traía tan astrosos. En
menos de quince días os sacaría tan diestro en la guitarra
que pusiésemos tañer sin vergüenza alguna en cualquier
esquina. Con el romance dejó al negro tan contento y satisfecho,
que ya no veía la hora de abrir la puerta. Cuando le vio con sus dos
muletras, y tan andrajoso, y tan fajada su pierna, quedó
admirado. Bebió con tan buen talante de la bota, que les
dejó más fuera de sentido que la música. Hablóles
también Loaysa, ofreciéndoles a su servicio con tan buenas
razones, que ellas echaron de ver que no salían de ingenio de pobre
mendigante. Tomó Loaysa la guitarra y cantó aquella noche tan
extremadamente, que las acabó de dejar suspensas y atónitas a
todas. Hombre soy yo por vida de mi padre, tan sencillo, tan
manso y de tan buena condición, y tan obediente, que no
haré más de aquello que se me mandare. Luego comenzó a dar
el viejo tan grandes ronquidos, que se pudieran oír en la calle.
Él es tan bueno que no reparará en juramentos.
Aseguróle con otras cosas semejantes que el demonio le puso en la
lengua, llenas de colores retóricos, tan demostrativos y eficaces
que movieran no sólo el corazón tierno y poco advertido de la
simple e incauta Leonora, sino el de un endurecido mármol.
Preguntóle qué era lo que era lo que sentía, con tan
tiernas y amorosas palabras como si fuera la cosa del mundo que más
amaba. Venían sudando con la gota tan gorda, que era una
compasión verlos entrar ijadeando y corriendo agua de sus rostros. Y hay
de ellos tan comedidos, especialmente estos dos que de aquí se
van ahora.
¡Por Dios, tan
linda es la gitanilla, que, hecha de plata o de alzorca, no podría ser
mejor!, Habrá favor tan bueno que llegue a la oreja del juez..., Tomo
licencia para responder a este tan enamorado señor. El novicio
dijo que se holgaba mucho de haber sabido tan loables estatutos, y que
él pensaba hacer profesión en aquella orden tan puesta en
razón y en políticos fundamentos. Son tan diligentes y
presurosos, que, a trueco e no perder la jornada, perderán el alma.
Vuestra merced tiene un saludable oficio si no fuese tan enemigo de sus
candiles. Se contenía tan extraordinaria locura como era de
pensar que fuese de vidriose encerrase tan grande entendimiento que
respondiese a toda pregunta con propiedad y agudeza. No soy tan
frágil que me deje ir con la corrinte del vulgo.Vio a su tierno amante tan
lindo y tan despejado ladrón. ¡Soy tan necia! Se
enamoró de Andrés tan fuertemente que propuso de decírselo
y tomarle por marido si él quisiese... de que quedó tan
espantado Andrés y tan absorto, que no pareció sino
estatua, sin voz, de piedra dura.... quedar viuda de tan gran
ladrón como vos. No soy tan viejo que pueda perder la esperanza
de tener hijos que me hereden. Tan mal sabéis mentir.Es tan
santa y buena..., ...de tan corto ingenio que no alcance hasta
dónde se extienden las fuerzas de la heremosura... Le preguntó
como se llamaba y adónde iba, y cómo caminaba tan tarde y tan
fuera de camino. Hermosas tiene Madrid que pueden y saben robar los corazones y
rendir las almas tan bien y mejor que las más hermosasa gitanas.
Cortado y Rincón se dieron tan buena maña en servir a los
caminantes, que lo más de camino los llevaban a las ancas. Este tan
grande embelesamiento dio lugar a Cortado. Conciencia tan escrupulosa
más es de religioso que de soldado....para no perder la ocasión tan
buena de viaje... Se hizo tan famoso en la Universidad por su buen
ingenio y notable habilidad, que de todo género de gentes era estimado y
querido.Detrás de él venía uno que estaba en tan
buena opinión como el primero. Daba tan claras señales de
su locura...le dio tan larga y profunda herida... Tenía tan
feliz memoria que era cosa de espanto. Preguntéle que por qué
había dado aquella tan cruel sentencia y hecho tan
manifiesta injusticia.Tan pesada carga es la riqueza al que no
está usado a tenerla ni sabe usar de ella. Vio a una ventana puesta una
doncella, al parecer de edad de trece o catorce años, de tan
agradable rostro y tan hermosa, que, sin ser poderoso para defenderse,
el buen viejo Carrizales rindió la flaqueza de sus muchos años...
Llegó a Sevilla tan lleno de años como de riquezas.
Los sustantivos,
igual que adjetivos, pueden usarse con intensificadores. El papel de
intensificador lo tienen adverbios “tal” y “tanto” con particularidad que “tal”
tiene también la forma de plural “tales” y “tanto” puede tener
además la forma femenina “tanta”. Los ejemplos del uso de sustantivos
con el “tal” son siguientes: Alzó la mano y le dio un bofetón tal,
que le hizo volver de su embelesamiento. La dotó primero en veinte mil
ducados, tal estaba abrasado el pecho del celoso viejo....que estos tales
hombres, y en tales casos, no han cometido la culpa cuando les viene el
arrepentimiento. Si pudiera crecer su amor, fuera creciendo: tal era la
honestidad, discreción y belleza de su Preciosa. ¿Qué
diablos os trajo por aquí, hombre, a tales horas y tan fuera de
camino? Tal la tenía el miedo, que verdaderamente creyó
que se ahogaba. Veo ser gran lástima que se pierda una tal voz
como la vuestra. Arrebató la guitarra y comenzó a tocar de tal
manera, que todas las criadas le oyeron. Tales sones hizó, que
dejó admirado al negro y suspenso el rebaño de las mujeres que le
escuchaba. También sabéis con cuánta libertad la
doté, pues fue tal el dote, que más que tres de su misma
calidad se pudieran casar con pinión de ricas.
Para dar ejemplos
del empleo del intensificador “tanto” citaré más escritores del
Siglo del Oro: ¡No es mentira de tanta consideración! Muero
por verme con el señor Monipodio, de quien tantas virtudes se
cuentan. En Perú había granjeado tanta hacienda,
trayéndola toda en barras de oro y plata. La satisfacción que le
había dado Preciosa le parecía ser de tanta fuerza que le
obligaba a vivir seguro. Me dio tantos azotes, que me dejó por
muerta. Viendo que el traer tanto dinero no era sino para conquistar o
comprar su prenda. Pero la hermosura de Preciosa aquel día fue tanta,
que ninguna la miraba que no bendecía....le diero tanto que
hacer, que a no salir sus compañeros sin duda lo pasara mal.
Servía a sus amos con tanta fidelidad, puntualidad y diligencia,
que parecía que sólo se ocupaba en servirlos. El daba tantas
voces y hacía tales extremos, que movía a los hombres. No
sé quién te pueda sacar músico con tanta breveda.
Se observa que
“tanto” sirve no sólo para incrementar el significado de nombres
sustantivos sino también puede postponer a los verbos:
Ilustrábala tanto con su buen entendimiento, que no era menos
famoso por él que por ella. Riéronse de esto Chiquiznaje y
Maniferro, de lo cual se enojó tanto el Repolido que dijo...
Es muy
interesante que el valor evaluativo puede concentrarse aun en los nombres
propios de protagonistas: Pipota, Preciosa, La Gananciosa, la Gariharta,
Monipodio, Licenciado Rueda, Repolido, Maniferro, Chiquiznaque, la Escalanta,
Rinconete, Cortadillo, licenciado Pozo, Clemente, Lobillo, Ganchoso, Licenciado
Vidriera, Montesfracón, Asperino, capitán don Fulano, secretario
don Tal de don Tales, capitán Valdivia, Carrizales, Gandul.
Existe un grupo
de verbos que sirven para expresar el subjetivismo de lo enunciado.
Compárense: Este señor parece tan honrado y Este
señor es honrado.Dentro de estos se puede nombrar los verbos “parecer”,
“pensar”, “opinar”,“creer”, “tener por” y otros. El verbo que resulta
más productivo es sin duda alguna “parecer”: No les pareció mal
a los dos amigos la relación del asturianillo, ni les descontentó
el oficio. Les pareció que la llevaban a sepultura. Le pareció
que había acertado a escoger la vida mejor que se le pudo imaginar. Parecióles
que miraban a un ángel. El tiempo parece tardío y perezaso
a los que en él esperan. Le parecía que se
estremecía y ella quedó mortal, pareciéndole que le
había cogido en el hurto. Si acaso parezco vieja, corrimientos,
trabajos y desabrimientos echan un cero a los años. Y si le parece que
es mucho lo que s pide, considere que es much más que se aventura. Sola
Leonora callaba, y le miraba, y le iba pareciendo de mejor talle que su
velado. La plata de las canas del viejo a los ojos de Leonora parecían
cabellos de oro puro. Su demasiada guarda le parecía advertido recato.
La patria no me parece de mucha importancia decirla, ni los padres
tampoco. Parecían unos angelicos. Vuestras mercedes escuchen un
sonetillo que anoche hice, que, a mi pareceer, aunque no vale nada,
tiene un no sé que de bonito. La admirable belleza de la ciudad en
aquellas peñas parece que tiene las casas engastadas. Sus
puentes, parece, que están mirando unas a otras. Nápoles es a su parecer
la mejor ciudad de Europa y aun de todo el mundo. De Palermo le pareció
bien el asiento y la belleza. No me parece mal remedio ése. Parecióle
que su riqueza era infinita, su gobierno prudente, su sitio inexpugnable, su
abundancia mucha, sus contornos alegres y toda ella digna de la fama que de su
valor por todas las paretes se extiende. De perlas me parece todo eso.
Bien parece que no se acuerda de aquel refrán... Vimos arimados a
ella dos hombres, al parecer de buen talle. Parece que los
gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones. No le pareció
a Andrés legítima esta declaración, sino muy bastarda.
Hazme parecido bien. Pues en verdad que no parece vuesa merced
del Cielo. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis
años. Díjome que era pariente, y novio me pareció, que un
pariente menos siente.
Otro verbo de
este grupo que también se empleaen las obras analizadas muchas veces es
“tener por”: Eran cosas que ellos tuvieron por merced
señaladísima... Los vestidos fueron tantos y tan ricos, que los
padres de la desposada se tuvieron por más que dichosos en haber
acertado con tan buen yerno.
Es interesante
que el mismo verbo “tener” usado con otra preposición, es decir, con la
preposición “en” adquiere el sentido de “estimar, apreciar”: Y
vámonos, abuela, que aquí nos tienen en poco.
Examinemos
también los ejemplos del empleo del verbo “creer": No creo
que haya otra, hijo. De los maestros de escuela creía que eran
dichosos, pues trataban siempre con ángeles, y que fueran
dichosísimos si los angelitos no fueran mocosos. De los pasteleros creía
que había muchos años que jugaban a la dobladilla. De los
titiriteros creía mil males: decía que eran gente
vagabunda y que trataba con independencia de las cosas divinas.
A menudo se usa
también ei sinónimo de este verbo “pensar”: Pienso que Celia es
un gran casamiento, porque es muy rica y hermosa y de claro entendimiento.
Agora pienso que Celia te adora. Por dicha piensan los
señores que en Saboya merezco sus favores.
Otro verbo con el
mismo significado es “opinar”: Opino que porque quien a muchas quiere a
nadie puede querer. Opino que el Amor pisa las estampas de los celos. Opino que
la Naturaleza es hermosa por ser varia.
A este grupo de
verbos se puede atribuir también la expresión “cobrar fama”:
Tú cobras fama de la mejor romancera del mundo. Por fin llegó a
la ciudad que cobraba fama de la capital de pícaros sucios y gordos, vistosos
oracioneros, esportilleros y mandilejos de la hampa.
En cuanto a nivel
sintáctico se puede decir que, analizado el léxico de las obras
del Siglo del Oro, se observa que el subjetivismo muy frecuentamente se expresa
en las oraciones exclamativas: ¡Ahora sí es la risica!¡Ay,
que bien haya esa gracia! ¡Ay, qué copete que tiene tan lindo y
rizado! ¡Ay, qué blancura de dientes! ¡Mal año para
piñones mondados que más blancos ni más lindos sean!
¡Ay, que ojos tan grandes y tan rasgados! ¡Y por el siglo mi madre
que son verdes, que no parecen sino que son de esmeraldas!¡Extraño
y triste espectáculo para losa padres, que a su querida hija y su amado
yerno miraban! ¡Mal haya yo si más quiero que jures, pues con
sólo lo jurado podías entrar en la misma sima de Cabra!
¡Notable error! ¡Gran
ruido! ¡Todo el mundo no es
bastante! ¡Qué dicha
tendré si es ella! ¡Extraña gente! ¡Lástima me da!
¡Lástima es que esta mozuela sea gitana!
DAMA1: ¡Oh, qué
gracioso entremés!
DAMA2: ¡Qué bien
Amarilis habla!
DAMA1: ¡Qué bien se
viste y se toca!
MARTÍN: (Aparte a JUAN.)
¡Buen mozo!
JUAN: (Aparte a MARTÍN.)
¡Buen talle!
INÉS: (Aparte a CELIA.)
¡Bravas plumas!
CELIA: (Aparte a INÉS.)
¡Bizarría tiene el belicoso traje!
MÚSICO1: ¿ Qué
guitarra habéis traído?
MÚSICO2: La sonora portuguesa.
MÚSICO1: ¡Buenas voces!
MÚSICO2: ¡Extremadas!
Gran
número de las oraciones exclamativas evaluativas se empiezan con la
conjunción “que”: ¡Oué liviandad! ¡Qué traición!
¡Qué soldado tan galán! ¡Qué libertad tan
grosera! ¡Oh qué donaire
tan grande!¡Qué bien tocada venís! ¡Qué amor
tan necio y cansado! ¡Qué descompuesta porfía!
¡Qué humildad! ¡Qué presto tras ellos viene!
¡Qué discreto fuego tiene para abrasar necios hielos!
¡Qué mal hace quien se atreve a dar por amor desdén, porque
no es hombre de bien quien no paga lo que debe!¡Ay, Martín,
qué necio he sido! ¡Qué desgraciado y perdido!
Un lunar tienes,
¡Qué lindo!
¡Ay
Jesús, qué luna clara!
¡Oué
sol, que allá en los antípodas
oscuros valles
aclara!
Más de dos
ciegos por verle
Dieran más
de cuatro blancas...
Se encuentran
también muchas oraciones que empiezan con el adjetivo “bravo”:
¡Brava vitoria, don Juan! ¡Brava arrogancia! ¡Bravo talle!¡Brava joya te ha
enviado!
Otro
elemento de intensificación aparece “éste sí que”: ¡Éste sí
que se puede decir cabello de oro! ¡Éstos sí que son ojos
de esmeralda!¡Éste sí que es juramento para enternecer las
piedras!
CONCLUSIONES
Siglo de Oro es la época clásica o de apogeo de la cultura
española desde la publicación de la Gramática castellana
de Antonio de Nebrija (1492)
hasta la muerte de Calderón
(1681). El punto más alto de este apogeo se encuentra en la obra de Miguel de Cervantes y Lope de Vega.
Fue un período de gran florecimiento político y
económico en España, que alcanzó un gran renombre y
prestigio internacional; durante esta época todo lo “nuevo” en Europa
venía de España y era imitado con gusto y aplicación; se
puso de moda saber la lengua española. Se desarrollan en especial la literatura, las artes plásticas y la música. El Siglo de
Oro abarca dos periodos estéticos, que corresponden al Renacimiento durante el
siglo XVI y al Barroco
durante el siglo.
Axiologia,
llamada también teoría de los valores, abarca, por una parte, el
conjunto de ciencias normativas y, por otra, la crítica a la
noción de valor en general.
Subjetivamente,
el valor es el carácter que reviste una cosa al ser más o menos
apreciada. Objetivamente, es el carácter de las cosas que merecen mayor
o menor aprecio o que satisfacen cierto fin.
Valer y ser no se
identifican en el proceso de la percepción humana. Percibimos muchas
cosas que son, pero no por ello juzgamos que valen, más aún, nos
dejan indiferentes. El valor es aquello que saca al sujeto de su indiferencia
frente al objeto; por eso, el valor se funda en la preferibilidad. La
noindiferencia es la esencia del valor. Tener valor no significa directamente
tener más o menos realidad, sino no ser indiferente. Es precisamente
esta característica del valor lo que va a plantear el problema central
de la axiologia.
El valor es
captado sentimentalmente. No se percibe el valor por la vía de un
silogismo deductivo, sino de una manera inmediata en la que la capacidad de
sentir de la persona se ve afectada. Hay un «orden del corazón» paralelo
al «orden de la razón». El percibir sentimental no está unido
exteriormente al objeto, ni aun de modo mediato a través de una
representación o a través de un signo, como si el objeto fuera
signo de algo más profundo.
EI valor es
objetivo. El mismo hecho de que podamos discutir sobre los valores, supone que
en la base de la discusión estamos profundamente convencidos de que son
objetivos. Los valores se descubren, como se descubren también las
verdades científicas.
Los valores son
esencias o eidos. Quiere esto decir que los valores son independientes de las
experiencias en que están inmersos. Esta esencia puede ser realizada por
medio de la existencia, pero su modo específico de consistencia no se
modifica por el modificarse de sus realizaciones existenciales.
Los valores son
esencias «eternas e inmensas», por abarcar el espacio y el tiempo.
Además son esencias «absolutas e inmutables»: los valores no cambian y
no están condicionados por ningún hecho de naturaleza
histórica, social, biológica o individual. Lo que vale una vez,
vale siempre y de un modo uniforme: no valdrá más para unos que
para otros.
El valor no es
una relación, sino una cualidad. Es preciso distinguir entre el valor en
sí y el valor para nosotros. Si hubiera valor sólo para algunos,
entonces estarían constitutivamente en relación con el tiempo y
con el espacio, cosa que ya hemos excluido.
La característica más importante de evaluación es la
presensia de factor subjetivo que actúa reciprocamente con el objetivo.
Una expresión evaluativa, aun si no se ve claramente el sujeto,
sobreentiede la relación evaluativa entre sujeto y objeto. El aspecto
evaluativo, como uno de los elementos de la estructura evaluativa, tienen los
predicados axiológicos. Los predicados creer, opinar, pensar, parecer
reflejan el caracter subjetivo de evaluación.
El componente subjetivo presupone la actitud positiva o negativa de
sujeto hacia su objeto (a veces la representan en forma de relacion: gustar/no
gustar, apreciar/no apreciar, aprobar/no aprobar) mientras el componente objetivo
(descriptivo) toma como punto de referencia las cualidades propias de objetos o
fenomenos a base de las cuales se evaluan.
P.Nowel-Smit divide los adjetivos en 2 grupos: grupo A (aptness-words) y
grupo D (descriptive words). Los primeros indican que el objeto tiene unos
rasgos que son aptos para despertar emociones y los segundos entran en
descripción.
J. fon Wright propuso una clasificación de tipos de
evaluación basada en tipos de objetos y semántica de
combinaciones con la palabra "bueno". Él distingue las
siguientes "formas de bienes": bien instrumental, bien
técnico, bienes médicos, bien utilitar, bien gedónico,
bienes de hombre.
Arutyunova divide los significados de evaluación parcial en 3
grupos que incluyen 7 categorías. El primer grupo lo forman las
evaluaciones de sensor que se dividen en: gedonísticas,
sicológicas entre las cuales se diferencian evaluaciones intelectuales
(interesante, trivial, fascinante) y evaluaciones emocionales (alegre, deseado,
agradable).El segundo grupo son evaluaciones sublimadas o absolutas: 1)
evaluaciones estéticas basadas en síntesis de las de sensor y
sicológicas; 2) éticas que sobreentienden las normas: moral,
bondadoso, vicioso.
Las últimas 3 categorías que constituyen el tercer grupo
son evaluaciones racionalísticas vinculadas con actividad
práctica de hombre. Incluyen las evaluaciones 1) utilitares
(útil, nocivo); 2) normativas (correcto, normal, sano); 3)
teleológicas (eficaz, acertado, defectuoso).
En las estructuras evaluativas los rasgos subjetivo y objetivo
actúan recíprocamente. Se distinguen la evaluación general
que se basa en los rasgos que les atribuye el sujeto y los de evaluación
parcial que tiene como punto de partida las características propias de
objetos.
Los componentes objetivo y subjetivo de significado evaluativo
representan una unidad dialéctica con correlaciones muy complicadas en
límites de cada serie de unidades de la lengua.
Las relaciones entre el sentido descriptivo y evaluativo (emotivo) se
manifiestan evidentemente en sistema de los adjetivos para los cuales es
esencial la semántica de signo. Entre los adjetivos se puede diferenciar
las palabras descriptivas que no contienen ninguna evaluación (por
ejemplo, portugués, cúprico, matinal, bípedo etc), a este
tipo pertenece la mayoría de adjetivos relativos y los evaluativos
propiamente dichos (bueno, excelente, magnífico, estupendo, malo, feo,
terrible) que designan sólo la evaluación con signo "+"
("bueno") o "-" ("malo") con diferente grado de
intencificación y afectividad.
En mayoría de los casos el significado evaluativo se vincula
implicativamente con el descriptivo correspondiente. En la lengua natural los
dos aspectos se combinan. La combinación se realiza así en la
semántica de las palabras evaluativas como en declaraciones que contienen
una evaluación, y precisamente en las declaraciones se descubre una
serie de rasgos de semántica evaluativa.
Los dos componentes de significado (descriptivo y evaluativo) se puede
distinguirlos describiendo la semántica de declaraciones y palabras
concretas.
La
evaluación es inseparable de la comparación. Cualquier tipo de
comparación se basa en disjunción que presupone incompatibilidad
de unas situaciones, acciones, modos de actuar, acontecimientos. La
relación disjuntiva, es decir, presencia de una opción dentro de
una serie de alternativas, incita a uno a hacer una comparación
evaluativa. La evaluación comparativa tiene forma de un razonamiento
práctico (que no lleva a la constatación de la verdad sino a la
toma de decisión). El razonamiento lógico es universal para toda
la gente y se basa en distracción del sujeto pensador. El razonamiento
práctico al revés no puede ser aislado de la estructura de la
personalidad, las finalidades que se propone, de la real situación de la
vida.
Los objetos de la
comparación evaluativa pueden ser tanto cosas como sus cualidades,
situaciones, acontecimientos y estados. Pero cuando hablan de las preferencias,
no tienen en cuenta los objetos propiamente dichos sino sus propiedades y las
acciones que los incorporan.
El complejo
semántico “bueno – malo” pertenece a las concepciones de
graduación, en la cual cada antónimo muestra la dirección
de la escala que se extiende a dos infinidades opuestas divididas por el eje de
simetría.
Los rasgos marcados por los antónimos representan dos lados de una
medalle. La aumentación de un rasgo en la escala de lo bueno y lo malo
se vuelve la disminución del otro.
La
evaluación puede referirse a los acontecimientos pasados, al futuro y a
las situaciones abstractas. La evaluación comparativa de lo pasado o de
lo existente ya no puede tener fuerza comunicativa que actuve activamente. No
obstante está vinculada con determinadas situaciones e impulsos
sicológicos.
La
investigación del léxico de evaluación subjetiva en obras
de
Cervantes, Quevedo, Gracián, Lope de Vega y Calderón de la Barca llevaron a
la conclusión que existe gran número de medios de
evaluación. Lo subjetivo se manifiesta a través del uso de
tropos, palabras con el matiz evaluativo “bien”, “mal” y sus derivados “bueno”,
“malo”, “mejor”, “peor”, palabras “más”, “menos”, adjetivos, incluyendo
los usados en grado comparativo y superlativo, verbos “parecer”, “tener por”,
“creer” y otros.
РЕЗЮМЕ
Останнім часом лінгвістична наука все частіше звертається до проблеми особистості в мові. Праці
сучасних дослідників характеризуються антропоцентричним підходом до аналізу
художнього тексту: текст розглядається як відображення ідейно-естетичної та
ціннісної концепції автора. Принципового значення набуває прагматичний ракурс дослідження творів. Мовні засоби
вираження суб’єктивної оцінки є найважливішим способом реалізації образу
автора. Особливості індивідуального стилю автора дають ключ до розуміння його
концептуальної картини світу.
У своїй магістерській роботі ми розглядаємо поняття аксиології – науки
про цінності, досліджуємо категорію оцінки, в першу чергу, оцінки суб’ктивної,
аналізуємо лексику творів іспанських авторів доби Золотого Віку. Актуальність
даного дослідження визначається необхідністю подальшого вивчення мовної специфіки літературних творів
доби Золотого Віку.
Магістерська робота складається зі вступу, п’яти розділів та висновків.
Обсяг роботи складає 92 сторінки. У списку використаної літератури
нараховується 60 джерел, у тому числі 10 – іспанською мовою. Практична частина
розроблена на матеріалі творів М.Севантеса „Циганочка”, „Рінконете і
Кортадильо”, „Ліценціат Відрьєра”, „Ревнивий екстремадурець”, „Славетна судомийка”,
„Мрії” Кеведо, „Мистецтво винахідливості” Грасіана, „Правда, що в коханні...”
Лопе де Вега, „Життя є сон” Кальдерона де ла Барка.
Перший
розділ має на меті зробити загальний огляд доби Золотого Віку, епохи, що
вважається апогеєм розвитку іспанської культури. Це період найбільшого
політичного та економічного розквіту Іспанії, коли країна набула загального
міжнародного визнання. В цей час стає модною іспанська мова, особливого
розвитку набуває література, музика та образотворче мистецтво. Що стосується
літератури, у добу Золотого Віку жили і творили такі визначні письменники і
поети як Мігель де Сервантес Сааведра, Кеведо, Грасіан, Тирсо де Моліна, Лопе
де Вега, Лопе де Руеда, Педро Кальдерон де ла Барка та інші. Із них найбільший
внесок в іспанську та світову літературу зробили, без сумніву, Сервантес та
Лопе де Вега. „Дон Кіхот” Сервантесастав одним із найбільш відомих у світі
романів, а „лицар печального образу” – одним із найпопулярніших і
найулюбленіших образів сьогодення. Лопе де Вега - це геніальний драматург та
поет, автор численних драм та комедій, серед яких найбільш відомою для українських
читачів є „Кам’яний гість”.
У другій
частині магістерської роботи дається тлумачення понять „цінність” та
„аксиологія”, розглядається внесок різних лінгвістів у вивчення проблем
аксиології.
У своєму житті ми
сприймаємо безліч речей, але не кожна з них має для нас якусь цінність. Часто
об’єкти нашого сприйняття залишають нас
абсолютно байдужими. Предмет має аксиологічну цінність лише за тієї умови, що викликає до себе
небайдуже ставлення (позитивне чи негативне).
Цінність – об’єктивна. Лише той факт, що ми можемо
сперечатися щодо цінностей говорить про те, що ми глибоко впевнені у їхній об’єктивності. Цінності незалежні від
особистого досвіду людини. Вони вічні, абсолютні і незмінні. Цінності, якими
користується наше суспільство, були притаманні нашими пращурам багато століть
тому і будуть чинними для багатьох поколінь у майбутньому.
У третій
частині роботи досліджуються семантичні особливості оцінки. Найважливішою
характеристикою оцінки є суб’єктивність. Будь-яке судження передбачає наявність
суб’єкта, тобто особи, яка здійснює оцінку, явища, події чи предмета, що
оцінюється. Мірилом цінності усього, що існує в природі, є людина в сукупності
усіх проявів її життєдіяльності. Ця людина може бути представлена
конкретно-історичним індивідом, визначеною соціальною групою або суспільством в
цілому.
Присутність
суб’єкта оцінки передбачає деякі особливі риси оцінювального судження і в першу
чергу можливості виникнення дискусії щодо оцінок, при якій зіштовхуються різні
точки зору. Коли йде мова про суб’єктивний компонент, мається на увазі
позитивне чи негативне ставлення суб’єкта оцінки до об’єкта, тоді як
об’єктивний (дескриптивний) компонент оцінки орієнтується на власні ознаки
предмета чи явища, що оцінюється.
Оцінювальний
характер судження виражається за допомогою аксиологічних предикатів: думати,
вважати, гадати, здаватися.
Співвідношення
суб’ктивного і об’єктивного є основною проблемою, навколо якої розгортаються дискусії
про філософську сутність цінностей і про природу оцінювальних суджень. Історія
вивчення оцінки характеризується постійною боротьбою двох течій, одна з яких
спирається на уявлення, що в оцінці основним є об’єкт, а інша вважає більш
важливими якості об’єкта. Перший напрямок знайшов своє яскраве відображення у
концепціях емотивізму, де оцінювальні значення розглядаються лише як вираження
емоцій суб’єкта, як ставлення суб’єкта до об’єкта. Протилежний напрямок
спирається на ідею, що оцінювальні значення слід розглядати як приналежні об’єктам, і таким чином являють собою не
відношення, а властивості.
Існує багато
класифікацій типів оцінки. Класифікація, запропонована Х. фон Врігтом,
базується на семантиці сполучень зі словом „гарний”. Він виділяє такі шість
„форм добра”: добро інструментальне (гарний ніж), технічне (гарний водій),
медичне (гарна пам’ять), утилітарне (гарна нагода), гедоністичне (гарний
запах), людське (гарний вчинок).
Взаємодія
суб’єкта оцінки з її об’єктом лежить в основі класифікації Н.Д. Арутюнової.
Вона виділяє три групи, що включають сім підгруп. Перша група – це сенсорні
оцінки, вони поділяються на сенсорно-смакові, психологічні та емоціональні.
Друга група – це сублімовані, або абсолютні, оцінки: естетичні та етичні. Третя
група – раціоналістичні оцінки, пов’язані з практичною діяльністю людини, а
саме: утилітарні, нормативні та телеологічні.
У четвертому
розділі розглядається порівняльна оцінка ситуацій. Щодня кожному з нас
доводиться приймати безліч рішень. Життя нагадує гру: у людини завжди є вибір,
який хід зробити для того, щоб ситуація обернулася для неї найліпшим чином.
Наявність можливості вибору з ряду можливих варіантів спонукає нас на те, щоб
зробити оцінювальне порівняння. Ми розрізняємо гарне і погане, смачне і
несмачне, приємне і неприємне. При чому кожна людина сприймає навколишній світ
крізь призму своїх особистих цінностей, думок і почуттів. Те, що подобається
одному, може визивати відразу у іншого.
В аксиології
порівняння пов’язане з такими поняттями як 1) альтернатива, тобто присутність
ряду несумісних дій; 2) оцінювальне порівняння, що бере до уваги суб’єктивну
модальність бажання і об’єктивну модальність необхідності; 3) перевага –
потенційний вибір; 4) свідомий вибір.
Оцінювальне
співставлення – це не те саме, що порівіняння. Співставлення не констатує
схожість, але зважує і робить висновки. Об’єктами оцінювального порівняння можуть бути як речі, так і їхні ознаки,
ситуації, стани, події. Але, коли йдеться про переваги, маються на увазі не
самі предмети, а їхні властивості або функції, що вони виконують.
В п’ятій,
заключній, частині своєї роботи ми приводимо приклади вживання лексики
суб’єктивної оцінки, опираючись на матеріал творів іспанських письменників
Золотого Віку, та класифікуємо їх.
Ключові
слова:
Sujeto, objeto, léxico con
valor evaluativo, axiologia, evaluación subjetiva, valor, subjetividad, Siglo de
Oro, comparación evaluativa, confrontación evaluativa,
opción, preferencia.
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